EMELIÁ, EL BOBO #leyenda #rusia #lecturajuvenil
Había una vez tres hermanos, dos eran listos y el otro no. Los hermanos listos marcharon a otras ciudades a realizar ciertas compras. Antes de partir le dijeron a Emeliá:
-Obedece a nuestras esposas y respétalas como se respeta a una madre. Nosotros te compraremos una botas rojas, un kaftán rojo y una camisa roja.
-Está bien. Así lo haré.
Los hermanos explicaron al bobo todos los trabajos que debía hacer mientras estuvieran ellos ausentes, y emprendieron la marcha. Inmediatamente, el bobo se tumbó a descansar en el rellano de la estufa.
-¿Qué haces ahí, so tonto? -se indignaron las cuñadas-. Tus hermanos te han dicho que nos obedezcas y que tengas consideración con nosotras. Y que si te portas bien, te traerán regalos. Eso es lo que han dicho, y no, que estés tumbado sin hacer nada. Trae unos cubos de agua por lo menos.
El bobo agarró dos cubos y se fue al río. Los llenó y, al sacarlos, vio que había caído un lucio en uno de ellos. "¡Gracias a Dios -pensó-. Ahora los guisaré y comeré yo solo. Mis cuñadas no lo van a catar. Estoy enfadado con ellas".
Pero oyó que le decía el lucio con palabras humanas:
-No hagas eso, Emeliá. Si no me matas y me echas de nuevo al agua, yo aseguraré tu suerte.
-¿Qué clase de suerte? -quiso saber el bobo.
-Pues...la suerte de que se cumplan todos tus deseos. Para que te quede claro, vamos a hacer una prueba. Repite estas palabras: "Porque así lo manda el lucio, porque así lo quiero yo...que los cubos vuelvan solos a casa y se pongan en su sitio".
Lucio
Apenas pronunció el bobo estas palabras, los cubos volvieron solos a la casa y se colocaron en su sitio. Las cuñadas se quedaron asombradas al ver aquello.
-¡Y decían que era bobo! -exclamaron-. Este sabe más que nadie ¿Cómo habrá conseguido que los cubos vinieran solos y se colocaran en su sitio?
Emeliá el bobo volvió del río y se tumbó otra vez. Las cuñadas arremetieron de nuevo contra él.
-¿Qué haces ahí tan repantingado? Se nos ha terminado la leña. Tienes que ir al bosque a cortar más.
El bobo cogió dos hachas, se montó en el trineo sin enganchar el caballo y murmuró:
-Porque así lo manda el lucio, porque así lo quiero yo...que vaya el trineo al bosque.
Y el trineo partió tan rápido como si tirase de él alguna caballería. El bobo tenía que pasar por la ciudad. a la velocidad que iba el trineo, y si caballo, atropelló a un montón de gente.
-¡A ese, a ese! -gritaban desde todas partes, pero sin lograr darle alcance.
El bobo llegó al bosque, se apeó del trineo y se sentó en un tronco caído.
-Que un hacha tale los árboles -dijo- y la otra parta la leña.
Una de las hachas se apartó y le cortó una estaca. La estaca llegó junto al trineo y se montó en él. El bobo también se subió al trineo, emprendió el camino de vuelta por la ciudad, pero se encontró con que la gente se había juntado y estaba esperándole hacía mucho tiempo.
-Porque así lo manda el lucio, porque así lo quiero yo...que la estaca dé una pasada por esas espaldas -dijo el bobo.
La estaca se apeó del trineo, empezó a pegar de lleno y de refilón, y dejó derrengadas a muchas personas, que caían al suelo como fardos. Habiéndose librado así el bobo de los que le acechaban, llegó a su casa, ordenó a la leña que se apilara en la leñera, y él se subió al rellano de la estufa.
Leñera
Las gentes de la ciudad elevaron al rey una querella contra el bobo, diciendo entre otras cosas:
-Dondequiera que se intente su captura, habrá de hacerse con astucia y mesura, aunque lo mejor será prometerle prendas rojas: botas, camisa y kaftán.
Así, prevenidos, los guardias reales que fueron a buscarle dijeron:
-Preséntate al rey, que te quiere dar unas botas rojas, un kaftán rojo y una camisa roja.
El bobo entonces murmuró:
-Porque así lo manda el lucio, porque así lo quiero yo, que la estufa me conduzca ante el rey.
La estufa se puso en marcha y condujo al bobo a presencia del rey. Tenía ya intención el rey de mandarle ejecutar, pero a la princesa, su hija, el bobo le gustó y pidió a su padre que la casara con él. Muy enfadado, el rey los casó, pero en seguida dio orden de que los encerrasen en un barril embreado y echaran el barril al agua. Su orden fue cumplida.
Llevaba mucho tiempo el barril flotando sobre el mar, cuando la mujer del bobo acabó rogándole:
-¿No podrías hacer algo para que este barril salga a la orilla?
Emeliá murmuró:
-Porque así lo manda el lucio, porque así lo quiero yo...que este barril salga a la orilla y reviente allí.
Cuando salieron del barril, la mujer de Emeliá empezó a pedirle que construyera una cabaña. El bobo murmuró:
-Porque así lo manda el lucio, porque así lo quiero yo...que aparezca un palacio de mármol frente al palacio del rey.
Su deseo quedó cumplido al instante. Por la mañana, cuando el rey vio aquel palacio nuevo, mandó a preguntar quién lo habitaba. Enterado de que allí estaba su hija, en seguida quiso que fuera a verle en compañía de su esposo. Ellos acudieron y el rey les pidió perdón. Desde entonces vivieron juntos y felices.
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