Cuentos infantiles y juveniles "ENTRA Y LEEME"

Imagen de  Clker-Free-Vector-Images  en  Pixabay   Con el nombre de tanga o tángana se conoce en muchas regiones, una pieza de madera, afilada en uno de sus extremos para poder sujetarla a la tierra.  Por el otro extremo, aplanada y ancha, donde se pueden depositar las cosas que se disputan, juguetes, lapiceros, fruta, botones....  Sobre la tanga clavada en el suelo se reúnen los objetos que los jugadores ponen en cuestión.  El primer jugador (por un orden preestablecido) tira su tejo contra la tángana.  Si logra derribarla, y con ella los objetos colocados, ganará aquéllos que en la caída hayan quedado más próximos a su tejo que a la tángana. El resto, en el suelo, y en la tanga habrá que reponer lo que corresponda.  En el caso de que el jugador no acierte en el golpe, su tejo permanecerá en el sitio donde cayó, y dejará paso al jugador siguiente. Así continúan, Cuando algún niño tumbe la tángana, y desperdigue los nuevos objetos asentados, éstos y los anteriormente esparc

Imagen de  Luciana Silva  en  Pixabay ¿Habéis visto alguna vez uno de esos armarios🧥👕👖👗  antiguos ennegrecidos por el tiempo, con sus volutas y su follaje🌳 ?  Pues uno así había en la sala: venía de la tatarabuela👵  y de arriba abajo estaba adornado con tallas de rosas🌹 y tulipanes🌷 .  Lo más extraordinario eran las volutas de donde sobresalían pequeñas cabezas de ciervos🦌  con sus grandes cuernos.  En el centro del armario se veía tallado un hombre de aspecto singular: siempre burlándose aunque no podía decirse que se riera.  Tenía patas de macho cabrío, unas astas pequeñas en la cabeza y una barba larga.  Los niños lo llamaban "el Gran-general-comandante-en-jefe-Pata-de-Chiv🐐o", un hombre que podrá parecer largo y difícil, pero un título con el que pocos se han honrado hasta hoy. Allí estaba, siempre fijos sus ojos👀 en la consola colocada debajo del espejo grande, en la que había una linda pastora👩 de porcelana.  Llevaba zapatitos👡 dorados, un vestido👗 adornad

  Imagen de  Thomas Wolter  en  Pixabay   Se había dormido un muchacho junto a la orilla de un pozo, se acercó a él la Fortuna y le dijo: -Despierta y levántate de ahí, pues si te caes en el pozo todos me echarán la culpa, en lugar de culpar tu necedad. Es muy frecuente  acusar a la fortuna de nuestras desgracias, cuando la culpa es solo nuestra.

Imagen de  Prawny  en  Pixabay  Lejos de nuestras tierras, allá donde van las golondrinas cuando el invierno llega a nosotros, vivía un rey que tenía once hijas y una hija llamada Elisa.  Los doce hermanos se sentían muy felices.  ¡Lástima que su dicha no pudiera durar siempre! Su padre se casó con una reina perversa que odiaba a los niños.   Esta mujer, cada día contaba supuestas maldades de los niños, de tal forma que el rey acabó por desentenderse de ellos. Un día, la perversa mujer arrojó a los niños por la ventana, diciendo: -¡A volar por el mundo y apañaos por vuestra cuenta!  ¡A volar como grandes aves sin voz! Pero no pudo ejercitar del todo su maldad y los niños se transformaron en once hermosísimos cisnes salvajes.  Volando por encima del parque de palacio, desaparecieron en el bosque. La pobre Elisa, había sido relegada al cuarto de los campesinos, y su único juguete era una hoja verde.  La niña le hizo un agujero y, mirando por él, podía ver los limpios ojos de sus hermanos