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LA PASTORA DE PORCELANA #CuentosInfantiles#Andersen #Niños #Lectura #Infantil #cuentospopulares


Imagen de Luciana Silva en Pixabay




¿Habéis visto alguna vez uno de esos armarios🧥👕👖👗  antiguos ennegrecidos por el tiempo, con sus volutas y su follaje🌳 ?  Pues uno así había en la sala: venía de la tatarabuela👵  y de arriba abajo estaba adornado con tallas de rosas🌹 y tulipanes🌷 .  Lo más extraordinario eran las volutas de donde sobresalían pequeñas cabezas de ciervos🦌  con sus grandes cuernos.  En el centro del armario se veía tallado un hombre de aspecto singular: siempre burlándose aunque no podía decirse que se riera.  Tenía patas de macho cabrío, unas astas pequeñas en la cabeza y una barba larga.  Los niños lo llamaban "el Gran-general-comandante-en-jefe-Pata-de-Chiv🐐o", un hombre que podrá parecer largo y difícil, pero un título con el que pocos se han honrado hasta hoy.

Allí estaba, siempre fijos sus ojos👀 en la consola colocada debajo del espejo grande, en la que había una linda pastora👩 de porcelana.  Llevaba zapatitos👡 dorados, un vestido👗 adornado con una rosa🌹 fresca, un sombrero👒 de oro y un cayado de pastor.  A su lado, había un pequeño deshollinador,  igualmente de porcelana.  También era gentil y, en realidad, lo de deshollinador sólo lo representaba.  El fabricante de porcelana lo mismo hubiera podido hacer de él un príncipe🤴, ¡qué más daba!

Sostenía con gracia su escalera en la espalda, y su cara era sonrosada y blanca como la de la niña👩 lo que no dejaba de ser un defecto que se habría podido evitar poniéndole un poquito de hollín.  Estaba casi tocando a la pastora: los habían colocado en aquel sitio y allí se habían hecho novios.  Habían nacido el uno para el otro: eran jóvenes de la misma porcelana e igualmente quebradizos y frágiles.




No lejos de ellos, había otra figura tres veces mayor: un viejo chino👴 que movía la cabeza.  El también era de porcelana; pretendía ser el abuelo de la pastorcilla,  pero nunca había podido probarlo.  Aseguraba que tenía plena autoridad sobre ella y por eso respondió con una amable inclinación de cabeza el Gran-general-comandante-en-jefe-Pata-de-Chivo, cuando éste le pidió la mano de la pastora.

-¡Vaya marido que vas a tener! -dijo el Viejo Chino-, ¡Vaya marido!  Estoy casi convencido de que es de caoba..  Hará de ti la señora Gran-generala-comandante en jefe-Pata-de-Chivo🐐; tiene todo su armario lleno de vajilla de plata, sin contar lo que guarda escondido en los cajones secretos.

-Yo no entraré jamás en ese armario. -repuso la pastorcilla-; he oído decir que hay dentro once mujeres👩‍🦰👩‍🦱👩‍🦳 de porcelana.

-Pues bien, tú serás la duodécima -le contestó el chino  👴-.  Esta misma noche, en cuanto cruja el viejo armario, se celebrará la boda.

Y dicho esto, inclinó la cabeza y se quedó dormido.



La pastorcilla se echó a llora💦r, mirando a su adorado deshollinador, y le dijo:

-Te lo suplico, ayúdame a escapar.

-Mis deseos son los tuyos -le respondió el pequeño deshollinador-.  Huyamos ahora mismo, estoy seguro de que podré mantenerme con mi oficio.

-¡Si pudiéramos bajar de la consola sin contratiempos! -dijo la pastora-  No me sentiré tranquila hasta que no estemos fuera de aquí.


El deshollinador se esforzó por tranquilizarla y le enseñó cómo tenía que poner sus piececitos👣 en los labrados rebordes de la consola y el el dorado follaje🌳 de la pata.  No tardaron en llegar al suelo. Al volverse hacia el viejo armario, vieron que reinaba en él una gran agitación.

Todos los ciervos🦌🦌🦌 esculpidos estiraban la cabeza, alzaban su cornamenta y volvían el cuello.  El Gran general-comandante-en-jefe-Pata-de-Chivo🐐 pegó un brinco y gritó al Viejo Chino👴:

-¡Se escapan!  ¡Se escapan!



Les entró miedo y se refugiaron en el cajón de un escalón que daba acceso a la ventana.  Allí había tres o cuatro barajas incompletas y un teatrillo de títeres construido de cualquier manera.  Precisamente se representaba una comedia, y todas las damas de oros y espadas,🃏🎴 de copas y bastos, sentadas en las primeras filas, se abanicaban con sus tulipanes.; detrás quedaban las sotas, que tenían una cabeza hacia arriba y otra hacia abajo, como es costumbre en los naipes🃏.  La obra trataba de dos jóvenes que se amaban, pero que no podían casarse.  La pastorcilla lloró mucho porque decía que aquella era su propia historia.

-No puedo soportarlo -dijo-.  Tengo que salir del cajón.

Mas, cuando pusieron de nuevo los pies en el suelo y dirigieron su mirada hacia la consola, vieron al Viejo Chino👴 que se había despertado y se agitaba de furia.

-¡Qué viene el Viejo👴 Chino! -gritó la pastorcilla y doblando sus piernecitas de porcelana, cayó de rodillas desolada.



-Se me ocurre una idea -dijo el deshollinador.  Vamos a escondernos en el fondo de esa jarra de la esquina.  Estaremos entre rosas🌹 y espliego y, si viene, le arrojaremos éste, que está seco y rociado con sal, a los ojos.

-No, sería inútil -respondió ella-.  Yo sé que el Viejo👴 Chino y la Jarra estuvieron prometidos y siempre queda un fondo de amistad después de semejantes relaciones.  No nos queda más remedio que marcharnos a correr mundo.

-Pero ¿tendrás valor para hacerlo, amada mía? -le dijo el deshollinador- ¿Has pensado en lo grande que es el mundo🌍 y en que nunca podremos volver aquí?.

-He pensado en todo -replicó ella.



El deshollinador la miró fijamente y luego dijo:

-Para mí el mejor camino es por la chimenea.  ¿Tendrás valor para meterte conmigo en la estufa y trepar por los tubos?   Solo por ahí podremos llegar hasta el cañón de la chimenea y allí sabré arreglármelas.  Subiremos tan arriba, que nadie nos podrá alcanzar y, cuando estemos en lo más alto, llegaremos a un agujero por el que saldremos al mundo🌍.

La condujo hasta la puerta de la estufa.

-¡Dios mío! ¡Qué oscuridad🌆! -gritó la pastorcilla.

Sin embargo, le siguió y, desde allí hasta los tubos, donde las tinieblas eran tan negras como la boca del lobo.

-Ya estamos en la chimenea -dijo el deshollinador-.  Mira allá arriba cómo brilla esa hermosa estrella🌟.



En efecto, se veía en el cielo una estrella🌟 que por su resplandor parecía indicarles el camino, y ellos treparon, treparon sin descanso.  Era un camino espantosamente empinado, pero él la levantaba, la sostenía y le indicaba dónde poner sus piececitos👣 de porcelana.

Así llegaron hasta el borde de la chimenea, donde se sentaron para descansar, pues estaban muy fatigados.  El cielo, totalmente estrellado🌟🌟🌟, se extendía sobre sus cabezas, y a sus pies👣 quedaban los tejados de la ciudad🌆.

Pasearon la mirada por la lejanía del mundo🌍.  La pequeña pastora no se lo había figurado jamás tan vasto; apoyó su cabecita en el hombro del deshollinador y lloró tanto que sus lágrimas💦 deslucieron el cinturón.

-Es demasiado grande -exclamó-; es más grande de lo que yo puedo soportar.  El mundo🌍 es demasiado inmenso.  ¡Oh, si estuviésemos de nuevo en la consola, bajo el espejo!  No seré feliz hasta que no vuelva a casa.  Te he seguido hasta llegar al mundo; ahora vuelve a llevarme hasta allá abajo, si de verdad me quieres.



El deshollinador intentó convencerla recordándole al Gran-general-comandante-en-jefe-Pata-de-Chivo.  Pero ella todo era sollozar y besar a su pequeño deshollinador, que no pudo hacer otra cosa que ceder a sus súplicas.

Y con gran trabajo volvieron a bajar por la chimenea y se deslizaron por los tubos; hasta llegar a la estufa.  No fue, por supuesto, un viaje de recreo, y se detuvieron a la puerta de la estufa, en tinieblas, para escuchar y enterarse de lo que pasaba en la sala.

Allí reinaba un profundo silencio.  Sacaron la cabeza fuera para ver.  El Viejo👴 Chino yacía en el suelo.  Se había caído de la consola al querer perseguirles y se había roto en tres pedazos.  La espalda se había separado del resto del cuerpo y la cabeza había ido a parar rodando hasta un rincón.  El Gran-general-comandante-en-jefe-Pata-de-Chivo seguía en su puesto de siempre y tenía un aire pensativo.

-¡Es horrible! -exclamó la pastorcilla👩-. ¡El abuelo👴 se ha roto en pedazos y nosotros tenemos la culpa! ¡Ay! ¡no podré sobrevivir a esta desgracia!

Y se retorcía la manitas.

-Aún se puede arreglar -dijo el deshollinador-, si, lo podemos arreglar.  Vamos, no te aflijas; si se le vuelve a pegar la espalda y se le pone una buena grapa en la nuca, quedará como nuevo y aún podrá decirnos muchas cosas desagradables.

-¿Tú crees? -preguntó ella.



Y se subieron a la consola, donde había estado siempre.

-Mira adónde hemos ido a parar -dijo el deshollinador-; podíamos habernos ahorrado todas las fatigas.

Y el abuelo👴 fue encolado.  Se le puso también una buena grapa en el pescuezo y quedó como nuevo.  Pero ya no podía mover la cabeza.

-Se ha vuelto usted muy orgulloso desde que se hizo pedazos -le dijo Gran-general-comandante-en-jefe-Pata-de-Chivo-.  Me parece que no tiene ninguna razón para estar tan tieso; por fin, ¿quiere usted concederme la mano de la pastora, sí o no?



El deshollinador y la pastorcilla dirigieron al viejo👴 chino una mirada conmovedora: temían que agachase la cabeza; pero no podía y le daba vergüenza contar que tenía una laña en la nuca.

Gracias a esto, los dos jóvenes👩🧑 de porcelana pudieron seguir juntos, bendiciendo la laña del abuelo y queriéndose hasta el día fatal en que también ellos se hicieron pedazos.








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