Cuentos infantiles y juveniles "ENTRA Y LEEME"

  Imagen de  lisa runnels  en  Pixabay   Situad al niño delante de vosotros, de manera que pueda ver el movimiento de vuestra mano. Colocad una mano abierta, con los dedos extendidos y mirando hacia arriba, delante del niño.  Recitad el texto con expresividad, mientras rotáis la muñeca hacia un lado y hacia el otro, haciendo girar la mano.  Al final del recitado, esconded la mano detrás de vuestra espalda de manera que no sea visible para el niño. JUEGOS PARA ESCONDER LAS MANOS Imagen de  Please Don't sell My Artwork AS IS  en  Pixabay   5 RATONCITOS Cinco ratoncitos de colita gris, mueven las orejas, mueven la nariz. Abren los ojitos, comen sin cesar, por si viene el gato, que los comerá. Comen un quesito, y a su casa van, cerrando la puerta, a dormir se van. PIN, PINEJA Imagen de  OpenClipart-Vectors  en  Pixabay   Pin, pineja rabo de coneja; conejito real pide "pa" la sal; sal menuda pide "pa" la cuba; cuba morisco pide "pa`l" obispo; obispo de Roma

  Imagen de  Ina Hall  en  Pixabay   Sentad al niño en vuestra falda o regazo con la cara hacia vosotros y con las piernas separadas, una hacia cada lado. Mientras recitáis  los versos, mover vuestras piernas, haciendo brincar al niño sobre vuestro regazo. Un señor iba a paseo, sentado en su caballo. ¿Un poquito más deprisa? ¡Al trote, al trote, al trote! ¿Un poquito más deprisa? ¡Al galope, al galope, al galope!

  Imagen de  Comfreak  en  Pixabay   +7 AÑOS Por sorteo se elige a uno de los jugadores para "parar", después se decide hasta que número debe contar en función de los jugadores y el espacio donde se vaya a jugar. El que "para" se tapa los ojos y cuenta en voz baja hasta llegar a los últimos cinco números, que los dice en voz alta.  Mientras, los demás jugadores corren a esconderse. Cuando se acaba de contar, el que "para" sale a buscar a los escondidos.  Cuando encuentra a uno, le toca y lo atrapa.  Los jugadores no pueden moverse hasta que no los tocan. Un jugador tocado acompaña al que "para" en su búsqueda.  Sólo este puede tocar a los demás pero los acompañantes pueden ayudarle a buscar. Cuando ya no encuentran a nadie más, los que buscan gritan "¡barbadú!" y los escondidos responden  "¡aquí!" para darle una pista.  El juego acaba al atrapar a todos.

Imagen de  Marta Cuesta  en  Pixabay  + De 4 años Todos los niños se reúnen en un lugar  sosteniendo con una mano un vaso lleno de agua sobre sus cabezas.  Un adulto hará de conductor del juego. El conductor dará la salida: "Adelante"  , y todos caminarán manteniendo el vaso encima de sus cabezas ayudados con una mano e intentando que no se vacíe. Irá indicando el camino con frases como:   "¡Hacia el árbol"!, "¡tres saltos a la pata coja!", ¡por debajo del banco"!... Al final, quien tenga el vaso con más agua podrá dar órdenes en el recorrido siguiente.

Imagen de  fancycrave1  en  Pixabay     Tortas, tortitas que hace la Tomasa, y el Tomasito que las amasa. Tortas, Tortas, para las montas; panes, panes, para los frailes. Micito gato fue por pescado, me trajo poco y mal remojado. ¡Zape, zape, zape, gatito manchado! Micito gatito, ¿por qué te comiste la sopita de mi niño y a mi no me diste? ¡Sape, sape, sape que te has peído! Mizo gatito, pan conejito, sopitas de la olla, ¡mamola, mamola, mamola! CURA SANA Cura sana, cura sana, culito de rana, si no sana hoy,  sanará mañana.

Imagen de  Iris Hamelmann  en  Pixabay Juego de corro y persecución.  Los niños sentados cantan y hacen la mímica de la canción: -A la zapatilla por detrás, tris, tras. Ni la ves, ni la verás, tris, tras. Mirar para arriba, que caen judías. Mirar para abajo, que caen garbanzos. A callar, a callar, que el diablo va a pasar. A dormir, a dormir, que los reyes van a venir. A la vez que cantan, un jugador da vueltas alrededor del corro con una zapatilla en la mano.  La dejará caer detrás de uno de los jugadores, y sin que éste se de cuenta.  Cuando acaba la canción, los jugadores miran tras de sí por si tuvieran la zapatilla. Al jugador que le ocurra esto, cogerá la zapatilla y con ella perseguirá al niño que la colocó, que intentará sentarse en el hueco que dejó el perseguidor sin que le pille.  Si no lo alcanza, será éste el que, en nueva ronda, deposite la zapatilla.

  Imagen de  Paweł S.  en  Pixabay   Dos gallos peleaban entre sí, y uno de ellos que era el jefe del gallinero fue vencido por el otro, por cuya razón lleno de vergüenza se escondió. El otro, por el contrario, orgulloso de su victoria, subiendo al tejado publicaba con su canto y con el fuerte aleteo de sus alas que había vencido a su enemigo.  Mientras jactándose así de su victoria levantaba la voz, un águila hambrienta viéndole desde lo alto se arrojó sobre él y lo arrebató en sus garras. Viendo esto el gallo vencido salió de su escondrijo y, desembarazado así de su enemigo, quedó dueño del gallinero. El que se ríe del vencido, de nada le sirve su triunfo

Imagen de  Please Don't sell My Artwork AS IS  en  Pixabay   Erase una mujer que anhelaba tener un niño y consultó con una vecina que tenía fama de hechicera. -Eso es muy fácil -dijo la vecina con fama de ser hechicera-.  Planta un grano de cebada en una maceta y verás que maravilla resulta. Obedeció la mujer y brotó en seguida una flor grande y espléndida parecida a un tulipán.  Era tan hermosa que la mujer la besó e inmediatamente los pétalos se abrieron, dejando ver en su interior a una niña pequeñísima, linda y gentil, no más alta que un dedo pulgar, y por ello la llamaron Pulgarcita. La cuna de la niña era una cáscara de nuez.  Una noche, mientras la niña dormía, un sapo saltó al interior de la habitación a través del cristal roto de la ventana.  Al ver a Pulgarcita, se dijo: -¡Sería una bonita esposa para mi hijo! Y cargando con la cáscara  de nuez, saltó al jardín por el mismo cristal roto y fue hasta el cenagal donde vivía con su hijo.  ¡Uf, qué feo y asqueroso era el bicho

Imagen de  Gerhard G.  en  Pixabay   En Mauritania abundan extraordinariamente las monas, y los leopardos que son sus más terribles enemigos, cuando no pueden cazarlas por la fuerza, pues ellas se suben huyendo a los árboles más altos, usan de estratagemas para pillarlas. Uno de éstos, viendo que gran número de monas al sentirle se había subido a un árbol, fingió estar desfallecido arrojándose al suelo, poniéndose boca arriba y estirando las patas como si efectivamente se hubiese caído muerto. Las monas que estaban en el árbol sumamente contentas con el suceso, cuando juzgaron que estaba muerto enviaron a una para que lo reconociese; se acercó ésta al leopardo, primero temerosa y poco a poco, pero viendo que no hacía el más pequeño movimiento, se echó junto a él, imitando las convulsiones y muerte del leopardo.  Finalmente se le subió encima. Viendo esto las demás monas, perdido ya el miedo, bajaron del árbol y rodearon todas al que creían cadáver, jugando y saltando sobre él.  Cuando

Imagen de  GraphicMama-team  en  Pixabay    Érase una vez un soldado muy hábil que en el ejército se había mostrado valiente y animoso.  Al terminar la guerra le licenciaron sin más recompensa que tres reales. -Muy pronto veréis que de mí no se burla nadie -pensó en voz alta -.  En cuanto encuentre los hombres que necesito, no le van a bastar al rey todos los tesoros del país para pagarme. Imagen de  OpenClipart-Vectors  en  Pixabay Se marchó muy irritado y al cruzar un bosque vio a un hombre que acababa de arrancar de cuajo seis árboles con la misma facilidad con que se arrancan los juncos. -¿Quieres ser mi criado y venirte conmigo? -le propuso el soldado. -De acuerdo -respondió el hombre-. pero antes deja que le lleve a mi madre este haz de leña. Cogió uno de los troncos, lo estiró como si fuese una cuerda, y ató con él los demás.  Se los cargó después al hombro y se alejó.  Al poco rato estaba de vuelta y se pusieron en camino.  Ya habían andado un buen rato cuando encontraron a un