LOS CANTORES DE SANTA GÚDULA #leyendas #belgica #lectura #infantil #juvenil #vejez
Grayskin pensaba: "Bien, soy viejo, dicen que no sirvo para nada; es posible. Lo que no me cabe duda es que tengo una voz magnífica. Podría ir a la iglesia de Santa Gúdula, a Bruselas y quizá me admitan como cantor".
Aprovechando un momento de distracción de su dueño, Grayskin se escapó del corral y tomó el camino hacia Bruselas.
-¿Qué hay, amigo? ¿Por qué estás tan triste? -le preguntó.
-¿Ay Grayskin! -contestó el perro- mi amo ya no me quiere dar de comer, porque no sirvo ni para cazar ratones.
-No te preocupes -le contestó Grayskin- Tú también tienes buena voz y puedes venir conmigo a la iglesia de Santa Gúdula, a Bruselas, donde es posible que nos den un puesto entre los cantores. Tu voz es más aguda que la mía, y podremos hacer un buen dúo.
-¿Qué te pasa gallo? -preguntó Grayskin.
-¡Que me va a pasar! Sólo me quedan unas horas de vida; pues, como ya estoy viejo, ha dicho la granjera que mañana me matan y que harán una buena sopa con mis huesos.
Grayskin y el perro intentaron convencerlo para que se escapara y fuese con ellos a Bruselas, a solicitar un puesto de cantores en la iglesia de Santa Gúdula. De esta manera formarían un buen trío.
-Está bien me uno a vosotros -replicó el gallo.
Y el perro ladró alegremente, meneando la cola, y el burro meneó sus orejas en señal de asentimiento. Los tres emprendieron juntos el camino de Bruselas.
-¿Qué te pasa gato?
-¡Desgraciado de mí! Me han echado de casa porque me he comido un poco de tocino. Mi palabra de honor que era una pequeñez. Y me lo habrían perdonado si pudiera seguir, como antes, cazando ratones, pero los años ya no me permiten correr con rapidez, y no puedo cazar ni uno..
-Ven con nosotros -dijo Grayskin-. Vamos a solicitar un puesto de cantores en la iglesia de Santa Gúdula. Así podremos hacer un buen cuarteto.
-Me parece que hay una casa cerca -dijo a sus amigos-. ¿Por qué no vamos por si encontramos algo que comer?
-O algo de paja donde podernos echar -añadió Grayskin- Este suelo tan húmedo produce reumatismo en mis pobres huesos.
Los cuatro coristas, dirigidos por el gallo, llegaron al fin a la casa. Estaba muy iluminada y se oían voces dentro.
Para ver lo pasaba dentro, se subieron uno sobre otro quedando el gallo en lo más alto.
-¿Hay alguien dentro? -preguntó el perro impaciente porque las uñas del gato se le estaban clavando en el lomo.
El gallo les explicó que veía dentro de la habitación a varios hombres devorando una cena exquisita. Todos se sentían nerviosos e impacientes.
-¿Por qué no les demos una serenata? -propuso Grayskin-. Quizá nos recompensen con algo.
Entonces los cuatro cantores comenzaron a cantar con toda la fuerza de sus pulmones. El burro rebuznaba, el perro ladraba, el gato maullaba y el gallo lanzó su ¡quiquiriquí!.
El efecto de este excelente cuarteto fue instantáneo. Aterrorizados, los ladrones echaron a correr, abandonando su cena y dando espantosos gritos. En su apresuramiento, tropezaron unos con otros y bajaron rodando las escaleras.
El cuarteto se sentó a la mesa y acabó pronto con todo lo que había sobre ella.
Después de la comilona se echaron a dormir. El burro se hizo él mismo una cama con un montón de paja, el perro se tumbó en los escalones de la puerta; el gato se arrellanó junto al fogón, para disfrutar del calor del rescoldo, y, finalmente, el gallo se subió a lo más alto del tejado.
-¿Está la casa vacía y podemos volver?= -le preguntaron.
-De ninguna manera -contestó él, que llegaba sin aliento-.En la cocina hay una bruja que me ha clavado las uñas; en la puerta, alguien me ha mordido la pierna, y en el patio había un monstruo negro que me ha lanzado al camino de un golpe. Y desde el tejado, una fiera extraña gritaba desaforadamente. Por casualidad he podido escapar con vida.
Los ladrones huyeron por el bosque y se fueron a vivir muy lejos de allí.
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