LA BUENA HIJA #lectura #juvenil #cuentospopulares #aragón #hija #madre #bondad
Al criado le dio lástima de la juventud y hermosura de la muchacha, y entregó a tan mala madre la lengua y el corazón de una perrita que el carro aplastó en el camino, diciendo que el dedo se le habría perdido, porque no lo encontraba en las alforjas.
La infeliz chica se refugió en una cueva inmediata a otra que servía de albergue a una cuadrilla de bandidos. Mientras éstos salían a sus correrías, la pobre muchacha, en pago de los restos de la comida que encontraba en la cueva, la barría y arreglaba las camas. Los bandoleros, admirados y temiendo que pudieran sorprenderles, dejaron a uno de centinela, que se durmió. La mocita entró de puntillas para no despertarle, y limpió la caverna.
-¡Ay! No me matéis, y respetad mi honra -exclamó la asustada joven.
-Al contrario -dijo él soltándola- necesitamos una criada, y nunca encontraremos otra más hermosa.
El jefe de bandidos había nacido caballero, como las ideas de nobleza que se adquieren en la niñez, y las cicatrices de las heridas que se reciben en la guerra tarde se borran, el capitán sacó una pistola del cinto añadiendo:
Lo hubiera cumplido.
El criado repitió muchas veces a la desgraciada chica, al dejarla en el bosque, que si deseaba vivir, no se acercase jamás a su madre; más ella ansiaba verla, y nunca la olvidaba. Un día que salió a la puerta de la caverna a tomar el sol, se le acercó una vieja, y le preguntó:
-Niña ¿Qué haces aquí tan sola y triste?
-Pensar en mi madre.
-¿Por qué no la buscas?
-Es imposible.
-Toma esta sortija, y cuanto desees, aunque sea un sueño, se cumplirá.
La muchacha se puso el anillo, quedó hechizada, en la apariencia muerta y mucho más hermosa que viva. La vieja la colocó en una caja de cristal; quiso cargar con ella, y no pudo; la niña llevaba al cuello un escapulario. La hechicera buscaba en su imaginación un medio de separar del cuerpo de la niña el objeto religioso que la impedía arrebatarla por los aires y presentarla a sus compinches los demonios, cuando oyó ruido de caballos, y desapareció, mesándose de rabia los cabellos.
No volvió a acordarse del objeto de su expedición; cubrió con su capa de grana la caja de cristal, y la condujo a palacio. La depositó en una sala magnífica, tapizada de seda, cuyos muebles eran de marfil y oro; a nadie le contó el hallazgo, y enamorado de la bella encantada, pasaba los días contemplándola extasiado. No quería participar su dicha a los demás. Al salir de la sala cerraba y guardaba la llave.
Una vez se olvidó de ejecutarlo, y la reina, que como mujer era curiosa, y como madre se hallaba alarmada de ver a su hijo tan preocupado desde su última expedición militar, registró la sala, y halló el tesoro que ocultaba el príncipe.
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