CAPERUCITA ROJA #Cuentosinfantiles #cuentospopulares #Perrault #Niños
Todos en el lugar llamaban a la niña de rubias trenzas Caperucita Roja, porque siempre llevaba la capa de este color, pues, siendo muy pequeña, su mamá se la hizo para preservarla del frío.
Una mañana, la mamá de Caperucita le dijo:
-Levántate, hija mía. Tu abuelita está enferma en su casita y tienes que ir a llevarle alimentos.
Y la niña, con su caperuza puesta y su cestita al brazo, cruzó el bosque en dirección a casa de la abuela.
Iba tranquila, disfrutando del perfume de las flores, y escuchando el canto de los pájaros, cuando una brusca voz la sobresaltó:
-¿Cómo por aquí tan solita, Caperucita Roja?
La pequeña perdió el color al encontrarse frente al lobo, pero disimuló:
-Voy a casa de mi abuelita, que está enferma, a llevarle unas tortitas y una jarrita de miel.
-Eres una buena niña., Caperucita, pero por este camino tan largo no llegarás nunca. Vete por aquella senda y llegarás antes.
La niña agradeció el consejo y siguió su camino por la senda. El astuto lobo había conseguido engañarla y mientras daba tan gran rodeo, el feroz animal tomaba el atajo hacia casa de la anciana.
Al rato, cansada, se repetía:
-¿Cuando llegaré?
El lobo levantó la pata y golpeó la puerta de la linda casa rodeada de flores rojas y azules:
-¿Quién es? -preguntó desde dentro la voz cariñosa de la abuela.
-Soy Caperucita Roja -contestó el lobo, tratando de afinar su voz.
-¡Qué alegría! -exclamó la anciana- Levanta el picaporte y entra.
La anciana descubrió entonces quién era en realidad su visitante. Pero, haciendo acopio de todas sus fuerzas saltó de la cama y tuvo el tiempo justo de encerrarse por dentro en un fuerte armario.
-¡Bah! -dijo el lobo-. Esperaré a la exquisita Caperucita.
Se puso un camisón y una cofia de la abuelita, y se acostó. Al rato, llamaron a la puerta:
-¿Quién es? -preguntó el lobo, aflautando la voz.
-Soy tu nieta, Caperucita Roja.
-¡Qué alegría ! Levanta el picaporte y entra.
¡La tragedia se avecinaba!
La niña se acercó a la cama de la abuelita, maravillada del bulto que hacía bajo la colcha.
-¡Oh, abuelita, que grande te veo!
-Es que soy muy mayor -respondió el astuto animal.
-¡Ay, qué ojos más grandes tienes!
-Son para verte mejor.
-¡Oh, abuelita, qué grandes son tus orejas!
-Son para oírte mejor, querida niña.
-¡Oh, abuelita, qué boca más grande tienes!
-¡Para devorarte mejor, preciosa!
Y de un salto, el lobo se tiró de la cama. Caperucita Roja empezó a correr por la casa, mientras gritaba con todas sus fuerzas.
Quiso el azar que un cazador pasara cerca y oyera los gritos, y, asomándose a la ventana preguntó:
-¿Quién pide socorro? ¿Qué sucede ahí?
El miedo apresó al lobo, que escapó de la casa a todo correr. Pero el cazador, con la escopeta, le lanzó una descarga de perdigones que recibió el lobo donde más podía dolerle. Y desde aquel día, se cuidó mucho de perseguir a las niñas y de asustar a las abuelitas.
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