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La gran cordillera que se extiende por el Norte de África, en Marruecos, es un opulento Titán que fue víctima de la crueldad de Júpiter para con los vencidos.
Hermano de Prometeo, perdió como él, su derecho al cielo cuando Júpiter se declaró jefe supremo del Olimpo. Este titán se llamaba Atlas, y tuvo que aceptar su terrible condición de quedar convertido en montaña y sostener el peso abrumador de la bóveda celeste.
Por unos momentos tan sólo, en el largo transcurso de los siglos, pudo librarse de su mala suerte, cuando Hércules se presentó en Mauritania por encargo del rey Micenas, para apoderarse de tres manzanas de oro que guardaban las Hespérides, sobrinas de Atlas, en su jardín.
En la puerta permanecía un dragón de tres cabezas, y el héroe, con gran prudencia, se dirigió a Atlas, para que él las consiguiese, aletargando al monstruo de la entrada. Atlas aceptó con gusto la propuesta, con tal de verse libre del peso que resquebrajaba sus espaldas y pidió a Hércules que, a cambio de ello, le sustituyese en su puesto mientras él se apoderaba de la fruta.
Hércules cargó con los cielos a cuestas, y aunque Atlas se presentó al punto con las manzanas, le pareció siglos enteros el tiempo que había estado soportando la carga. Entonces Atlas se ofreció para ir él, en persona a entregar la fruta a Micenas (cualquier pretexto era bueno con tal de burlar su oficio); pero Hércules, comprendiendo la estratagema, le dijo:
-Espera un momento amigo; yo me quedo aquí aguardando tu vuelta, con tal de que antes de marchar sujetes un poco la bóveda, mientras yo busco algo que pueda aliviar el peso de mis espaldas.
Atlas, dejando las manzanas en el suelo, sustituyó a Hércules, y éste las recogió con la rapidez de un rayo y se alejó con una retumbante carcajada, en tanto que al pobre Atlas se le hacía más penosa su terrible desgracia.
Nadie quiso ayudarle a compartir la carga, y aún sigue soportándola hoy, después de tantos siglos, sin que ningún mortal de cuantos escalaron el monte haya pensado que aquella montaña es el ser más desgraciado de la Tierra.
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