EL MÚSICO MARAVILLOSO #CUENTOINFANTIL #PERRAULT #NIÑOS #respeto

Imagen de Speedy McVroom en Pixabay 

 En un lejano país había un músico que tocaba el violín como un virtuoso.  Viendo un día que las cosas se estaban poniendo muy malas, decidió lbuscarse un compañero.  Así que se fue al bosque y allí se puso a tocar con empeño lsu violín, hasta que se le presentó un lobo.

"¡Qué el cielo me ayude!" se dijo el músico, "para que este lobo no me haga daño".

-¡Cuán maravillosamente tocas! -dijo el lobo-.  Mucho te agradecería que me enseñases tu arte.

-Será cosa muy sencilla -resplicó el músico- si haces lo que te digo.

El lobo se lo prometió y siguiendo al músico llegaron hasta un viejo roble, que estaba hueco y presentaba una gran grieta en medio del tronco.

-Mira -dijo el músico-; si deseas aprender a tocar el violín, mete tu pata en esa rendija.

Obedeció el lobo y el músico, cogiendo una piedra, le ajustó la pata delantera a la grieta, aprisionándolo.

-Espérame hasta que vuelva -le dijo, y prosiguió su camino.

Como el músico deseaba un buen compañero, volvió a tocar con entusiasmo su violín, hasta que se le presentó un zorro.

-¡Qué encantadora es tu música! -le dijo-.  Desearía aprender a tocar como lo haces tú.

-Pues tan sólo has de hacer lo que yo te diga -contestó el músico.

-¡De mil amores! -replicó el zorro.

Siguieron caminando hasta llegar a un estrecho sendero.  Entonces el músico, tomando un grueso retoño de avellana, lo sujetó poniéndole el pie encima.  Hizo lo mismo con otro retoño del lado opuesto del sendero, y dijo al zorro:

-Lindo zorro, si quieres aprender a tocar el violín, dame tu pata izquierda.

Obedeció el animal y el hombre ató una pata a una de las ramas y luego la otra pata a la segunda rama; entonces quitó el pie de las ramas y éstas se enderezaron con prontitud, quedando el zorro aullando por los aires.

-Te ruego me esperes a sí, hasta que vuelva -le dijo el músico reanudando su camino.

Como aún no había encontrado el compañero ideal para formar sociedad y ganarse la vida, se detuvo a tocar en otro claro del bosque.

No tardó en presentarse una hermosa liebre.

-¡Qué bien tocas el violín, amigo!  ¿Podrías enseñarme? -dijo la liebre.

-Tocarás en corto plazo -contestó el músico- si obedeces mis instrucciones.

La liebre así lo prometió y se dejó aatar un cordel alrededor del cuello, cordel lque el músico sujetó con varias vueltas al tronco de un árbol.

-Ahora no ltienes más que esperarme aquí -le dijo el músico.

Pero entretanto el lobo, tras arañar y empujar la piedra largo rato, logró liberar su pata.

-¡Me voy a buscar al pillo músico para hacerle trizas! -exclamó enfurecico.

Cuando iba a todo correr, oyó una voz que le gritaba:

-¡Hermano lobo, por favor, descuélgame!  El pícaro músico me hizo esta mala pasada.

El lobo se puso a morder con empeño el pie del avellano y no tardó en partirlo en dos, logrando liberar al zorro.

Después ambos animales, deseosos de venganza, corrieron en busca del músico.  Pero al pasar junto a la liebre, ésta les gritó demandando ayuda.  Se aproximaron a ella y la libertaron, continuando las tres víctimas la búsqueda del músico.

Entretando, éste había vuelto a tocar su violín, hasta que atraído por una entusiasta polca, se le acercó un cazador escopeta en mano.

-¡Qué maravillosamente ejecutas, buen amigo! -dijo asombrado el cazador -.  ¡Cómo desearía aprender a tocar de esa manera.

-Es fácil -replicó el músico-, con un poco de interés, buen oído y mucho corazón.  Tú sí podrás tocar el violín, y no sólo tocarlo, ejecutar en él maravillosamente.  ¡Tocar bien un instrumento es privilegio del hombre! -siguió diciendo con sorna, guiñando un ojo al cazador al ver lque se acercaban el lobo, el zorro y la liebre.

El cazador, viendo que aquellos animales se aproximaban amenazadoramente, encaró la escopeta y les dijo:

-¡Al primero que avance un paso más, le disparo!

Los animales, al apreciar la determinación del cazador, se asustaron tanto que huyeron a todo correr.

Entonces el virtuoso músico tocó al cazador las mejores piezas de su repertorio, tanto por haberle salvado de una muerte segura como por festejar el haber encontrado al compañero ideal.