EL SILENCIO DE LOS PECES #leyendas #finlandia #lecturajuvenil #silencio

Hubo un tiempo en que sólo había silencio.  Las aguas corrían, los vientos soplaban, las olas golpeaban las costas, pero no había ruido.

Los pájaros no aleteaban, los leones no rugían y ni siquiera el hombre sabía usar la palabra.  Las mariposas saltaban de flor en flor y el sol dejaba que sus rayos se filtraran a través de las hojas de los bosques.  Las estaciones se sucedían sin más, porque nada era capaz de transmitir la alegría capaz de dar vida aun día cualquiera.  Todo era como un sueño silencioso bloqueado en el umbral de la sonoridad.

Väinämoien, el mago salido del océano, fue quien empezó a tocar el arpa sobrecogido por esa soledad.  En cuanto hizo vibrar las cuerdas del instrumento, extraído de las olas del mar, su sonido ligero se insinuó entre los bosques, las rocas y en los corazones de todos los seres vivos y fue capaz de acariciar la pureza del mundo.

Todos lo escucharon animales, plantas, nubes, aguas y viento.  Entonces, Väinämöien ordenó que cada uno de ellos eligiera el sonido que prefiriera.  El viento eligió el estruendo de las botas del mago que había surgido del océano.  Pero, el trueno ya lo había elegido antes y por eso tiene ese lenguaje aún más ruidoso que el viento.  El agua prefirió el ruido producido por la larga capa de Väinämöien, mientras que los árboles encontraron más melodioso el roce de las mangas de sus ropas.  Así, los seres vivos que tenían hojas por labios aprendieron a producir uno de los sonidos más ligeros de la tierra.  Los pájaros no encontraron ningún sonido verdaderamente agradable, aparte del de las melodías del arpa de Väinämöien.  Así, todos los seres del campo, de los bosques, del desierto y de las montañas se reunieron en torno al señor del sonido.  Al escucharlo descubrieron la forma más adecuada de comunicarse: silbando, ladrando, rugiendo, gruñendo...

Respecto al hombre, éste tuvo todos los sonidos producidos por el arpa de Väinämöien y el de los movimientos de sus ropas.  Así fue como aprendió a hablar.

Pero, mientras que cualquier ser de la tierra y del cielo, al oír el canto del mago emergido del océano, había aprendido un lenguaje especial, los peces fueron menos afortunados.  Se dieron cuenta de que estaba sucediendo algo importante en la tierra, pero no entendían qué era.  Podían ver a los seres vivos de la tierra y del cielo abrir y cerrar la boca, pero al estar bajo el agua no oían ningún ruido.  Decidieron comportarse como los demás, pero no sucedió nada.

Por eso, los peces siguen abriendo y cerrando la boca sin conseguir producir ningún sonido.