Los mayas piensan que los dioses, al no estar nunca satisfechos del resultado, han creado varias razas de hombres antes que ellos. Estos dioses querían crear seres capaces de adorarlos y alimentarlos.
El Popol-Vuh, el texto sagrado de los mayas, describe el principio del mundo: bajo el cielo sólo había mar. Entonces, se despertaron los dioses. Entre ellos estaban Gucumatz, la serpiente emplumada, y Huracán, también llamado corazón de cielo. Toman medidas y crean la Tierra poco a poco. Dan forma a montañas cipreses y pinos. ¿Quién habitará los nuevos territorios?
Primero, Gucumatz y Huracán pueblan la Tierra de aves, jaguares, ciervos, serpientes... Estos empiezan a lanzar gritos, pero no saben hablar. ¿Cómo van a cantar alabanzas a los dioses, sus creadores?
"Como castigo, vuestra carne será comida por otras criaturas", deciden los dioses.
Las divinidades quieren hacerlo mejor. Toman arcilla y le dan forma humana, pero esos primeros hombres se reblandecen con la lluvia. Los dioses, decepcionados, los destruyen y lo intentan con madera y las mujeres de junco se aguantan de pie, saben hablar pero no son inteligentes.
Los dioses los destruyen. Al fin encuentran una solución: la carne del hombre debe ser hecha de maíz. Gucumatz y Huracán creen haberlo hecho demasiado bien; los hombres son casi tan perfectos como los dioses. Hasta pueden ver todo lo que ocurre en la Tierra, así que hacen que su vista sea menos aguda. El hombre ha nacido.
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