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WILFREDO , EL PINGÜINO ENFADADO #Niños #Cuento #Navidad #arrepentimiento #perdón #infancia




Imagen de No-longer-here en Pixabay 

Wilfredo es un pingüino que está enfadado.  Las Navidades pasadas, a Wilfredo no le trajo ningún juguete Papa Noel.  El pingüino no entiende por qué sucedió esto, con lo bien que se lo había pasado todo el año, vienen las Navidades y tienen regalos todos, menos él.

Desde entonces, está pensando y pensando como puede vengarse de Papa Noel.  Algo tiene que hacer para que este año no vuelva ha suceder lo mismo.  Cree que ha encontrado la solución a su problema y tiene que darse prisa, porque vuelven las Navidades otra vez, ya están muy cerca y no quiere que falle su plan.

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El pingüino Wilfredo, ha fabricado un secador, como ese con el que os secan el pelo los papas después de bañaros si, pero enorme, grandísimo, gigante, tanto que ha tenido que fabricar también un trineo, también enorme claro, para poder arrastrarlo por la nieve y llevarlo hasta donde el quiere, a la casa de Papa Noel.

Ha puesto unos perros para que arrastren el trineo y con su secador de pelo gigante, ha llegado hasta la casa de Papa Noel. Ahora van despacito porque no quiere ser descubierto por nadie.


 

Silvika, es la jefa del equipo de los elfos que vigilan el bosque.  Su cometido es, vigilar de que nada ni nadie, haga daño ni a los árboles, ni a los animalitos que viven en el bosque que rodea la casa de Papa Noel y de los elfos, que viven y trabajan, para que los niños buenos, tengan su regalo de Navidad.


Es una excelente rastreadora, conoce a la perfección el bosque y a sus habitantes y además, es experta en defensa personal.  Ella está siempre alerta, tanto que hasta el momento no hay ningún elfo, que conozca mejor que ella, al bosque y todo lo que en él sucede.

Mira por donde hoy le toca a Silvika estar de guardia.  Veremos que va a suceder.

El pingüino Wilfredo, se acerca lentamente con su enorme trineo por el bosque, va en silencio, despacito, procurando no ser descubierto por nadie, hasta que consiga lo que se ha propuesto.

Silvika no oye, ni ve, nada extraño, pero su intuición le dice, que debe estar alerta. 

Wilfredo se ha acercado ya, lo suficiente.  Le pone a su secador gigante, las pilas, también gigantes claro, que necesita para ponerlo a secar, no las barbas de Papa Noel ni el pelo de nadie no, lo que Wilfredo ha tramado es, derretir la nieve del Polo Norte, creyendo que así, todos pensarán que no ha llegado la Navidad y entonces, Papa Noel no saldrá en su trineo a repartir juguetes por el mundo, a todos menos a él.

Y ahí está, manos a la obra, seca que te secaras, con su secador de pelo gigante, sudando la gota gorda, por el calor que sale de tamaño aparato.  Va derritiendo la nieve poco a poco, escondido en el bosque, cerquita de la casa de Papa Noel.

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Silvika oye un extraño zumbido, que no consigue saber que es.  No hay en el bosque insectos que emitan semejante zumbido, que aunque lo oye lejano, es más intenso que los que, habitualmente escucha en el bosque.  Se enciende en ella la alarma del peligro y como es muy valiente, va a investigar.

Poco a poco, se va acercando al lugar de donde viene ese zumbido extraño.  Escondida entre los matorrales, de pronto, descubre lo que sucede.  Allí está.  Es un pingüino, con un trineo muy grande, con unos perros cerca que seguro le han ayudado a arrastrar el trineo, que ¡oh, cielos! tiene entre sus mano, con mucho esfuerzo, un secador de pelo gigante y ¡está derritiendo la nieve!

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Va corriendo, todo lo deprisa que puede.  Tiene que llegar lo antes posible, ante Papa Noel.  Tiene que saber lo que ocurre.
-¡ Papa Noel!  ¡Papa Noel! 
-¿Qué sucede, Silvika?  Respira tranquila y dime que te pasa, que vienes tan alterada y sin respiración.
-En el bosque, cerca de aquí, he descubierto a un pingüino, con un secador de pelo, enorme, que está derritiendo la nieve del Polo Norte.
-¡Eso no se puede consentir!.  Dañará gravemente al ecosistema mundial.  ¡Qué acción tan estúpida!  Rápido, reúne a todos tus compañeros y traerlo aquí.


Y eso mismo hizo la elfo Silvika. Fue con todos sus compañeros, lo rodearon para que no pudiera escaparse, lo apresaron y lo llevaron ante Papa Noel.



-¿Quién eres tú, que vienes a escondidas y con malas intenciones a mi casa?
-El pingüino Wilfredo – más enfadado que asustado, ante la presencia de Papa Noel.  Por fin lo tenía delante de él, para poder decirle cuatro cosas.
-¿Qué pretendías y por qué?
-Derretir la nieve de todo el Polo Norte, para que no te enteraras de que venía, otra vez la Navidad y le llevaras regalos a todos menos a mí.
-Ja j aja j aja…..-reía con ganas Papa Noel, pero de pronto, se calló y le dijo- Lo que estabas haciendo es una locura, de consecuencias terribles para la Naturaleza.  Tu acción además de muy peligrosa y malísima, es inútil.  ¿Cómo puedes creer que por derretir la nieve, no íbamos a saber que la Navidad está cerca?  Lo sabemos muy bien, como también se, por qué no te deje regalos la Navidad pasada y entérate bien, no te mereces tener  tampoco, regalos está Navidad.

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El pingüino Wilfredo quedó triste y pensativo, por las cosas que le había dicho Papa Noel.  El no se había parado a pensar en las consecuencias que podían tener sus acciones.  Solo pensaba en vengarse de Papa Noel, en nada más.
 Ahora estaba triste, arrepentido por la torpeza de su acción y comprendió que se había portado muy mal.  También tenía miedo, porque seguro que iba a ser castigado por ello.  Espero a que Papa Noel decidiera que iba a ser de él.



 -Lo primero que voy a hacer, es hablar con tus padres, que seguro, que están muy preocupados por ti, buscándote, sin saber donde estás.  Después, te vas a quedar aquí y vas a trabajar en la preparación de la Navidad.  Tendrás tu castigo y además, viendo como es nuestro trabajo, espero que lo valores como merece.  Puedes irte de aquí.

Papa Noel estaba realmente enfadado.  Nadie, nunca, lo había visto así.  Se llevaron al pingüino Wilfredo a una habitación, que tenían reservada para las visitas, le dieron ropa de trabajo y una lista con horarios y tareas que tendría que realizar, de momento, hasta la Navidad.

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Sus papás fueron avisados por un elfo, enviado expresamente por Papa Noel, para decirles todo lo que había sucedido.  Ellos habías estado terriblemente angustiados por su hijo y después de saber lo que había sucedido, muy tristes por lo que había intentado hacer.  Como de todas maneras, ellos también sabían que merecía un castigo, dieron su aprobación a que lo cumpliera como Papa Noel había decido, con la esperanza de que aprendiera la lección.

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Nervioso empezó su primer día.  Como había demostrado con la construcción del gigante secador de pelo, que se le daba bien la electricidad, lo pusieron a hacer toda clase de coches, camiones, trenes y demás juguetes por el estilo.

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Realmente lo hacía bien y además le gustaba.  Al principio procuraba que no se le notara, para que no lo cambiaran de trabajo, pero sus compañeros elfos, e incluso Papa Noel, le miraban sonrientes y se dio cuenta, de que a ellos les gustaba que él estuviera bien.  Así lo que había comenzado  como un castigo, se fue convirtiendo poco a poco en una satisfacción.

Si, tenía satisfacción por el trabajo bien hecho, porque su esfuerzo iba a hacer feliz a otra persona, que era buena y se merecía un ratito de felicidad.

Poco a poco, dejó de estar cabreado, pero un día, cuando ya habían acabado de fabricar los juguetes, le dieron otra tarea.

Ahora tenía que revisar listas de niños, con sus buenas y malas acciones.  Algunos recibirían su premio por buenos, pero otros no recibirían nada porque no se habían portado bien.

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En esas listas, de pronto, se encontró con su nombre.  Allí estaba todo sobre él.  Cuando no había echo caso a sus papás, a los profesores, cuando se había portado mal con sus amiguitos…  incluso estaba allí escrito, su intento de destruir la Navidad.

Se puso muy triste.  Se había dado cuenta que él, no tenía motivos, no los había tenido nunca para estar cabreado.  Quienes le rodeaban sí, con él.  Y lloró y lloró tanto, que avisaron a Papa Noel de lo que le sucedía.


Papa Noel acudió enseguida a su lado, lo sentó en sus rodillas y le dijo: 

-No llores más Wilfredo.  Lo que has leído es ya pasado y no lo puedes cambiar.  Tus lágrimas demuestran que te has dado cuenta de tus errores y que no te gusta lo que hiciste, eso es bueno.  Tú, has cambiado y espero que nunca olvides lo que hiciste, para que no vuelvas a repetirlo.
Tu castigo ha finalizado.  Puedes volver a tu casa.  Coge tu trineo y a tus perros y no olvides nunca lo que hacemos aquí.

El pingüino Wilfredo, ató los perros al trineo, se despidió de todos con mucho cariño, pues se habían convertido en sus amigos y volvió a su casa.

Hoy el sol ha salido tímidamente, como si no quisiera hacer sombra a la Navidad que ha llegado.

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Al pingüino Wilfredo, le han despertado sus papás y le han dicho que tenía una sorpresa.  El ha ido corriendo y se ha encontrado con un paquete que contiene un “pequeño secador de pelo”, el juguete que llevaba tanto tiempo esperando y una carta en la que todos sus amigos elfos le dicen que le quieren, que sea siempre bueno y que puede ir a verlos cuando quiera.



FELIZ NAVIDAD A TOD@S

Este cuento ha sido creado y registrado por mí, M.ª Pilar Rubio

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