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Uno de los ogros, o gigantes monstruosos que a menudo aparecen en la mitología norteamericana, en concreto de los shoshon, fue Dzoavits, que robó los dos hijos de Paloma. Con la ayuda de Águila, Paloma rescató a los niños y escapó. Luego Águila entregó a Paloma sebo de un ser que había matado, así como el estómago y varias plumas.

Aunque Dzoavits persiguió a Paloma y a sus hijos, otros animales acudieron en su auxilio. Cuando Paloma y los niños llegaron a la orilla de un río, grulla estiró la pata y pudieron cruzar a través del puente que se formó. Pero cuando Dzoavits intentó usar el mismo puente, Grulla lo dejó caer al río. paloma también contó con la ayuda de Comadreja, que cavó un pasadizo subterráneo para los fugitivos. Cuando Dzoavits intentó seguirlos, Comadreja lo guio equivocadamente.

El ogro volvió a aproximarse y Paloma se vio obligada a lanzar el primer regalo mágico de Águila, el sebo, que se convirtió en un barranco y obligó a Dzoavits a aminorar la marcha. Cuando el ogro volvió a alcanzarlos, Paloma le lanzó el segundo regalo de Águila, el estómago que se transformó en un peñasco tan escarpado que el ogro no pudo escalarlo. Pero poco después, Paloma volvió a oír las pisadas del ogro y no tuvo más remedio que utilizar el último amuleto; las plumas. Produjeron una densa niebla que impidió que Dzoavits siguiera los pasos de los fugitivos.

Al ver la difícil situación en que se encontraban los fugitivos. Tejón hizo un agujero para que se ocultaran y abrió otro en las cercanías. Cuando el ogro llegó, Tejón lo condujo hasta el agujero equivocado, le arrojó piedras calientes y cerró la entrada con un canto rodado. Así Paloma y sus hijos, pudieron escapar.