JUAN SIN MIEDO #miedo #valiente #leyendas #italia #lecturajuvenil
Próximo al pueblo había un palacio, al que nadie se atrevía a acercarse. Se sabía que todas las noches acudía allí, multitud de diablos infernales, que celebraban allí, furiosos aquelarres. También era opinión muy aceptada que en el misterioso palacio se ocultaba un magnífico tesoro. La ambición y el deseo de aventuras, impulsaron a muchos a probar fortuna, desvelando el misterio tenebroso de aquel recinto y conquistando la fortuna que allí había, pero a ninguno de cuantos lo intentaron, volvieron a verlo.
En una chimenea chisporroteaban gruesos leños y un alegre fuego calentaba la habitación. Cuando terminó de cenar, Juan se acercó a las llamas y calentó su cuerpo helado de frío. Poco a poco, comenzó a tener sueño. Estaba a punto de dormirse, cuando desde lo alto de la chimenea se oyó una profunda y estremecedora voz diciendo:
-"¡Que me tiro!" "¡Que me tiro! "
-¡Tira la cabeza si quieres! -contestó Juan de mala gana.
-¡Venga un brazo ahora!- contestó el visitante valeroso.
Y cayó un brazo, luego otro, más tarde las piernas... Finalmente se recompusieron todas las partes del esqueleto formando un fantasma desagradable.. Al verlo, Juan se rio con fuerza y le preguntó qué quería. El fantasma no respondió, sino que con grave seriedad le entregó una antorcha y le hizo señas de que le siguiese.
Juan, que era un grandísimo pícaro, antes de ponerse en marcha, ató a la pata de la mesa el extremo de una cuerda y sujetó el otro extremo con su mano. Bajaron por unas escaleras hasta llegar a una caverna, que a la luz de la antorcha, se veía miserable llena de diablos y espíritus infernales, que le recibieron con gritos.
Juan adoptó una actitud altanera, y sin acobardarse nada, le preguntó al fantasma por qué le había llevado allí.
-Si quieres conocer todo el secreto del palacio, toca si te atreves, con el dedo sobre esa piedra que se ve, en el centro de la caverna. Debajo de ella está el tesoro.
Se acercó Juan a la piedra y la tocó. Se apagaron las antorchas, una gran oscuridad cercó al valiente intruso. Un impresionante silencio le permitió comprender que la horrible corte de diablos y el fantasma habían desaparecido. Sirviéndose de la cuerda que sujetaba con fuerza, volvió por el mismo camino por el que había llegado. Al día siguiente, ellos esperaban la compañía de la muerte que entrara en la tenebrosa mansión para recoger el cadáver de Juan Sin Miedo, pero él estaba vivo, tranquilo, victorioso y lleno de riquezas.
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