JUGANDO AL ESCONDITE #calor #jugar #agua #cuentoinfantil #niños #lectura #juvenil
El
sol calienta con fuerza, allí subido en lo alto del cielo, mientras
en la tierra,
todos
sus habitantes pasan calor, mucho calor.
El
verano ha llegado, con ganas de que nos olvidemos del frío del
invierno, tanto que casi lo ha conseguido, mejor aún, hay ratos que
quisiéramos un poquito de frío, porque hace un calor poco
soportable.
Mientras,
no lejos de aquí, el agua, que en invierno no es que abundara mucho,
pero bueno, no faltaba, empieza a escasear. Las plantas
empiezan a perder el verdor de la primavera, las aves buscan desde el
cielo un lugar donde bajar a beber un poco de agua, a refrescar sus
alas del calor agobiante.
Buscando
un poco de sombra donde refugiarse encontramos a Ciervo. Su
manada se encuentra resguardada a la sombra de los pinos, pero Ciervo
se ha ido corriendo detrás de Conejo, su amigo, que corre mirando al
cielo en busca de otro amigo Falco, un halcón peregrino, con el que
juegan sin descanso.
Sus
mamás les advierten del calor que hace, que busquen sombra en las
horas del día en que el sol brilla con tanta fuerza, que ya jugarán
por la tarde, pero ellos ni caso, todo el día de aquí para allá.
Conejo
se esconde entre los matorrales y Ciervo lo busca mientras Falco
desde el cielo va y viene, buscándolo también, con su vista
extraordinaria, le ha retado a que se esconda donde se esconda, Falco
siempre encontrará a Conejo y Ciervo entusiasmado, se ha unido al
juego.
Y
en eso están, pero Ciervo no encuentra a Conejo. Lo busca
entre los matorrales, le pregunta a doña Culebra, que no sabe
decirle nada, solo silba mientras se arrastra por el suelo,
escondiéndose entre la hierba, reseca por el calor.
Buscando
y olfateando le ha venido a su naricilla el olor del romero, se
acerca, lo mordisquea, busca en su interior a ver si tiene suerte y
está Conejo, pero tampoco está aquí. ¡Hala, a seguir
buscando!
Ciervo
ha visto una mata de tomillo y corre hacia él, pero está ocupado
por otro conejo que está escondido aprovechando sus ramas, y no es
su amigo Conejo, incluso le ha molestado que se acercara a su
escondite, ¡como para olfatear el aroma del tomillo! Nuestro
amigo Ciervo a tenido que salir de allí pitando….
Ciervo
sigue buscando y buscando. De vez en cuando, Falco baja a
tierra y se ponen de acuerdo en la búsqueda de Conejo. Hoy va
a ser difícil encontrarlo. Falco está todo el rato
sobrevolando la zona y no encuentra rastro de su amigo. ¡Esta vez se
ha escondido bien!
Deciden
repartirse la zona de búsqueda y vuelven otra vez al juego.
Falco les pregunta a sus amigos águilas, que surcan el cielo
majestuosamente, pero nada, que tampoco le han visto.
Falco
está un poco cansado y se posa en la rama de un alcornoque que no
está ocupado por ningún nido de cigüeña, cosa rara porque hay
bastantes y entonces no le dejan ni acercarse, ni siquiera un
poquito, nada, pero a tenido suerte y así a podido descansar.
Desde
aquí observa los pastos y vuelve a avisar a Ciervo para que los
inspeccione, pues bien pudiera estar escondido Conejo allí.
Ciervo,
avisado por Falco busca a Conejo entre el pasto. Lleva un buen
rato con el morro husmeando entre la hierba hasta que se ha dado
por vencido, aquí tampoco está Conejo, ¿Dónde estará escondido
su amigo? Ni idea de dónde puede estar pero… está claro que
sea el lugar que sea donde está, es un buen escondite.
Aburrido
de buscar entre la hierba, Ciervo mira al cielo buscando a Falco,
pero no le encuentra y sigue adelante. Se acerca a la marisma
que cuando se acerca el otoño, se llena de agua con las lluvias,
formando un gran lago, Cuando viene la primavera se llena de
vegetación donde encuentran su refugio las aves que vienen a
reproducirse, pero ahora estamos en verano y cuando llegue el final
de la estación, el lago que había el otoño pasado, desaparecerá
casi por completo. Las aves que viven aquí no tienen otro
lugar a donde ir, por eso siguen aquí, con el calor, los rayos del
sol, la escasez de agua…
Todo
esto es lo que ve Ciervo cuando llega a la marisma. Multitud de
aves refugiadas en la sombra que les brinda la vegetación,
escondidas del sol y del calor, pero ni rastro de Conejo, así que,
empezó a preguntar a las aves, pero
nadie sabía nada de él y siguió buscando, pero volvió hacia
atrás pues ahora tenía que buscar también a Falco, pues tampoco lo
encontraba por ningún lado.
Empezaba
a estar preocupado, cansado, había bebido agua en la marisma pero el
excesivo calor le hacía sentir sediento de nuevo, quería parar y
descansar un rato, pero no dejaba de preguntarse dónde estarían sus
amigos.
Después
de un rato caminando y casi, dándose por vencido en su búsqueda,
vio en la rama de un alcornoque a Falco, adormilado bajo el sol. Le
llamó con fuerza, tenía que hacer que no se durmiera como fuera y
no tenía otro modo, solo con sus bramidos. Resonaron con tanta
fuerza que Falco reaccionó, miró buscando a su amigo y voló hasta
él.
Por
fin se habían encontrado, por lo menos estaba ellos dos juntos, pero
faltaba Conejo y no había manera de dar con su escondite.
Ciervo
está cansado, Falco somnoliento pues no le ha sentado bien
adormilarse al sol, (no es bueno) y ahora le pasa factura, tiene que
buscar agua y sombra hasta que baje el sol.
Buscaron
un alcornoque frondoso, que diera sombra y que tuviera sitio para
poder pasar los dos, un rato a descansar y al final lo encontraron,
¡menos mal ¡
El
sol empieza a perder su fuerza, lentamente, y la temperatura también
baja, no mucho pero algo es algo. Nuestros amigos han
conseguido descansar un rato, necesitan beber agua y es lo primero
que empiezan a buscar hasta que encuentran, poco pero al menos les da
fuerza para seguir buscando a Conejo.
Vuelven
de regreso hacia casa, no les queda ningún rincón donde buscar y
desandan el camino recorrido. De vuelta, sin dejar de
registrarlo todo en busca de Conejo, procuran no perderse de vista el
uno al otro.
Ya
casi han regresado de vuelta, tienen calor, no encuentran a Conejo y
están muy, muy preocupados por su amigo, pero siguen buscándole.
De
pronto, entre los pinos, a ras del suelo, ve Ciervo un agujero que
solo se ve caminando en la dirección que el lleva. Se acerca
lentamente, esperanzado, se asoma para ver en su interior y da un
grito “¡Conejo…!” desde arriba Falco a oído su grito,
como casi todos los animales de los alrededores claro.
Allí
estaba su amigo, dormido plácidamente, en el agujero, en la tierra
fresquita por la sombra de los árboles, por la humedad que retienen
sus raíces, enrollado en si mismo, llevaba todo el día allí, bien
escondido.
Ciervo
avisó a Falco que bajara a tierra, lo habían encontrado.
Conejo les cuenta como había salido corriendo, pero luego se lo
pensó y decidió no ir muy lejos, volvió sobre sus pasos y debajo
de los pinos excavó un agujero. La tierra estaba fresquita al
meterse en el agujero y esperando, esperando se quedó dormido.
Sus
amigos Ciervo y Falco, le contaron su aventura. Habían llegado
hasta la marisma y vieron lo seca que se estaba quedando, todos los
animales que dependían allí del agua, luchando por sobrevivir.
Largo
el camino recorrido, una aventura fascinante para ellos y que Conejo
se había perdido.
Este cuento ha sido creado y registrado por mi, M. ª Pilar Rubio Martínez
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