LA CIGÜEÑA QUE SE PERDIÓ EN LA NIEVE #cuentosinfantiles #niños #adopcion #infancia
Imagen de grafikacesky en Pixabay
Hoy
os voy a contar la historia de una cigüeña muy, pero que muy
despistada, tanto que, una vez iba a dejar un bebé en una población
cerca de donde yo vivo y acabó muy lejos, tan lejos que estuvo a
punto de coger una pulmonía por el frío que pasó.
Empezaré
por el principio. Nuestra cigüeña llevaba un bebé a
unos papás que llevaban mucho tiempo esperando un hijo. Estaban
mirando al cielo continuamente, pero no llegaba. Ya les
quedaba muy poquita esperanza de ver a la cigüeña, surcando el
cielo, trayéndole a su bebé, cuando suena el teléfono.
Resulta
que nuestra cigüeña, tanto voló y voló que se perdió en el
camino y acabó en un lugar lejano, rodeada de nieve por todos los
sitios, helada de frío y con las alas tan ateridas que no podía
volar.
Los
papás del bebé que llevaba la cigüeña, decidieron que ya habían
esperado mucho tiempo, que la cigüeña tenía para días hasta que
pudiera volver a volar, volver a llevarles el bebé y que no pasara
nada otra vez, era un riesgo y un tiempo que no querían
sufrir. Decidieron ponerse en camino en busca de su bebé.
Cogieron
trenes, pasaron por pueblos y ciudades que no sabían que existieran,
vieron rostros alegres, tristes, enfadados y conciliadores, de todas
formas y colores. ¿Paisajes? También los vieron de todas las
maneras existentes, pero solo los vieron porque no podían detenerse,
no tenían tiempo. Solo los veían desde la ventanilla del
tren o del avión, pues los dos tuvieron que utilizar para llegar a
su destino.
No
sentían cansancio tanta era la ilusión que tenían, pero conforme
iban acercándose a su destino, el frío era cada vez mayor y tenían
que ponerse un jersey encima de otro, otro par de calcetines…
¡Por
fin llegaron a su destino! ¡Qué frío tan grande que
tenían! No era extraño que la pobre cigüeña cansada de
tan largo y frío viaje no pudiera volar por un tiempo y tuviera que
descansar y reponerse.
Estuvieron
largo rato contemplando la carita de su bebé, toda coloradita por el
frío, tan rubito, con esos ojazos azules, abiertos, mirándolos
mientras ellos le miraban a él. Tanto tiempo esperando
este momento y nada de lo imaginado puede compararse a la felicidad
que sentían.
El
camino de vuelta estuvo lleno de alegría pues llevaban a su niño
con ellos, que, envuelto en capas de ropa solo se le veía la carita
colorada como si fuera un heladito de fresa, cubierto de vainilla
rubita en su pelo y dos caramelitos azules por ojos.
Todos
le recibieron con muchísimo cariño, después de tanto tiempo
esperándolo, por fin estaba en casa.
La
cigüeña, después de un tiempo de reposo, volvió a su tarea. Sus
alas ya no estaban heladas y pudo volver a llevar otros bebés con
sus papás, que también los esperaban con cariño y alegría,
durante mucho, mucho tiempo.
Este cuento ha sido creado y registrado por mí, M ª . Pilar Rubio Martínez.
Comentarios
Publicar un comentario