LA RAPOSA Y EL LOBO #aprender #paciencia #fabula #esopo #lectura #juvenil #niños
Imagen de David Mark en Pixabay
Una noche, tomando al discípulo, s fue a unos corrales de ovejas para robar alguna, pero los perros lo descubrieron y tuvo que huir. Al amanecer subió a lo alto de un monte y dijo a su discípulo:
-Ya sabes que anoche fuimos al corral de las ovejas y que trabajé mucho, pero en vano; ahora estoy algo cansado, vela tú un poco mientras yo duermo, y cuando salgan las bestias del lugar a pacer, me despertarás para ver si puedo pillar alguna.
-¿Qué quieres?
-Mira que ya salen las vacas a pacer.
-No quiero tomar ninguna de ellas -dijo el lobo- porque los pastores que las guardan son fuertes, y los mastines que traen malos y bravos, y en cuanto me sientan, ladrarán y me perseguirán hasta matarme.
Dicho esto se volvió al otro lado, y se quedó dormido. Pasada una hora, lo llamó de nuevo el discípulo diciendo:
-Señor, ya salen las yeguas.
-Mira a que parte van -dijo el lobo.
-Señor, han entrado en un prado cerca de la montaña donde hay muhos álamos.
Viéndose harto el raposillo, se acercó al lobo y se despidió de él diciéndole:
-Señor, si alguna cosa mandas yo te serviré con gusto, pues supuesto qu3e sé ya lo suficiente para buscar la vida, espero me des licencia para irme a vivir con mi madre.
El lobo respondió:
-Hijo, no quiero que te vayas, porque sé que te pesará si te fueras tan poco instruido.
-No, ya sé lo bastante -respondió el discípulo.
-Vete en paz, pero te vuelvo a decir que te pesará antes de poco tiempo.
El raposillo se fue con su madre, la cual al verle le dijo:
-¿Por qué te has venido tan pronto?
-Me vengo porque me hallo bastante instruido y he aprendido tanto, que ya podré mantener a tus hijos sin trabajo alguno.
-Pero hijo -preguntó la madre- ¿Cómo has aprendido tan pronto?
-No puedo satisfacerte con razones -contestó- la práctica te lo dirá; levántate y sígueme, y verás cómo he salido buen maestro.
La madre, aunque no confiaba en que su hijo se hubiese instruido tan pronto, no obstante, por complacerle le siguió. Hizo entonces el raposillo lo mismo que vio hacer al lobo; se fue de noche a las ovejas para pillar una de ellas, y como no pudo, se subió a un monte cerca de un lugar y dijo a la madre:
-Ya sabes que estoy cansado y fatigado, y quiero dormir un poco. Tu velarás esta noche y cuando veas que salen las bestias a pacer despiértame, y entonces verás lo que sé y lo que he aprendido.
-Mira que salen las vacas del lugar.
-No hagamos caso de ellas madre mía, -respondió el raposillo- porque sus pastores son muy vigilantes y las guardan muy bien, y los perros que llevan son muy feroces y fuertes.
Había pasado una hora, llamó otra vez la madre a su hijo, para que se levantase, pues las yeguas salían a pacer.
-Mira madre hacia donde van -respondió alegre el raposillo.
-Hijo -dijo la raposa- han entrado en un prado cerca del monte.
Entonces se levantó el raposillo diciendo a su madre:
-Ahora verás lo que he aprendido, quédate aquí y mira lo que voy a hacer.
-Hijo mío, suelta la yegua y vuélvete acá.
El necio piensa que todo lo sabe y el presuntuoso suele pagar bien cara su presunción. No se debe jactar de saber mucho, ni despreciar a sus maestros.
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