LOS SIETE HERMANOS CABRITILLOS #GRIMM #precaución #CUENTOSINFANTILES #NIÑOS #cuentospopulares
Imagen de Kunal Ravat en Pixabay
Un día mamá Cabra tuvo que salir de casa y dijo a sus siete cabritillos:
-Hijos míos, tengo que salir. No abráis a nadie hasta que yo vuelva y oigáis mi voz.
Se marchó doña Cabra. El lobo, que andaba vigilante, se acercó enseguida a la casita y llamó:
-¿Quién es? -preguntó uno de ellos.
-Soy vuestra mamita. ¡Beee...!
-No es verdad. Nuestra madre tiene la voz más suave.
No abrieron y el lobo se fue furioso. Volvió al rato y llamó de nuevo a la puerta. Cuando los cabritillos preguntaron, él dijo con la voz más aguda porque se había tomado un huevo:
-Soy vuestra mamita.
-Si eres nuestra madre -dijeron-, enséñanos la patita.
El lobo se vio descubierto de nuevo y se alejó furioso.
El lobo tenía mucho tesón y se le ocurrió blanquearse la pata con harina.
Así regresó a la casa de mamá Cabra y llamó a la puerta:
-¿Quién es? preguntaron los pequeños.
-Queridos hijitos, soy vuestra mamita.
-Si eres nuestra mamá, enséñanos la patita.
El lobo introdujo su blanqueada pata por debajo de la puerta y confiados, los cabritillos le abrieron.
¡Qué susto! ¡Qué gritos! El lobo se tragó a los cabritillos enteros, de un solo bocado.
Bueno, no a todos. El pequeñín se escondió tras la caja del reloj y no lo pudo encontrar el lobo.
Después de la comilona, el lobo fue a tumbarse al sol, sobre la hierba, y se durmió.
Cuando mamá Cabra regresó, su pequeñín fue a su encuentro y le contó todo llorando.
-Calla y no llores -dijo la madre-. Si no ha pasado mucho tiempo, todo podrá arreglarse.
Con unas grandes tijeras abrió la barriga del lobo y fue sacando, sanos y salvos, a sus hijos. Luego le llenó la tripa de piedras y lo cosió.
Al despertar, el lobo se sintió sediento, así que se acercó al río a beber, pero le pesaba tanto la barriga que se cayó al río y nunca más se supo de él.
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