EL TIBURÓN REY #leyendas #lecturajuvenil #islasfidji
Érase una vez un mar azul y transparente, poblado de peces multicolores. Érase una vez unas islas repletas de vegetación y rodeadas de magníficas playas. Pero este mar de ensueño, entre estas islas tan bellas, era el territorio de los tiburones...
El rey, Dakuwaca, era un colérico tiburón blanco, camorrista y orgulloso. ¡Y no era precisamente su sabiduría lo que le había convertido en rey, sino sus dientes de acero y la fuerza de sus aletas!
En aquel tiempo, cada isla tenía su guardián. Muy a menudo era un tiburón que se colocaba a la entrada de la laguna y vigilaba las idas y venidas. Dakuwaca podía pasar y repasar por todas partes y nadie se atrevía a hacerle frente.
Un día, el rey de los tiburones se encontró con su amigo Masilaca, también un señor tiburón, ¡pero sobre todo una lengua viperina!
-Así que, según parece, has vuelto a ganar un formidable combate en la isla de Lomaiviti -dijo Masilaca-. ¡Felicidades!
-¡Ah! ¿Te refieres al monstruo que vivía allí? Sí, figúrate que ese ridículo renacuajo quería desafiarme... ¡A mí! ¡Desafiarme! Ya no desafiará a nadie, te lo aseguro...
-¡Magnífico! ¡Realmente magnífico! -exclamó Masilaca.
Y se quedó un momento en silencio, dando vueltas alrededor del tiburón rey.
-Dime, a propósito, ¿por qué no vas nunca a la isla de Kadavu si tanto te gusta pelear? ¿Eh? ¡Ah, bueno!, tienes razón. Nunca se sabe. Podrías perder... Oh, no estoy diciendo que tengas miedo, no, tú estás por encima de todo eso. Tu sabiduría te hace ser prudente... Si, estás en lo cierto, más te vale no ir a Kadavu...
Al oír esto, Dakuwaca golpeó furiosamente con la cola:
-Te atreves a insinuar que soy un cobarde? -manifestó con tono amenazador-. Si no me he acercado allí hasta ahora es porque pensaba que ese lugar carecía de interés. Cuéntame, ¿qué es lo que hay tan peligroso en Kadavu?
-Bueno, se comenta que el guardián de Kadavu es un monstruo invencible, tan poderoso y reservado que nadie se atreve a acercarse a la isla. También dicen que tú, el tiburón rey, tienes miedo. Naturalmente, yo he asegurado que nunca tienes miedo, pero ya sabes cómo son las malas lenguas...
No había terminado de hablar Masilaca, cuando el gran tiburón se alejó rápidamente hacia Kadavu...
Cuando se acercó a la isla, Dakuwaca oyó una voz vibrante, como salida del suelo, que articulaba su nombre:
-¡Daa-kuu-waa-caa! -repitió la voz- Soy Tui Vesi, el espíritu de la isla. Has venido a desafiarme, pero no puedo abandonar este suelo y tú no puedes dejar el mar, ¡Si osas atravesar la barrera de coral, te encontrarás con un extraño monstruo como no has visto nunca, que peleará por mí y te enseñará a no retar impunemente al espíritu de Kadavu!
La cólera de Dakuwaca venció a su temor, así que traspasó la barrera de coral. Pero en la laguna azul y tranquila, con sus olitas y conchitas ¡no había nadie!
Dakuwaca dio una vuelta, desamparado, y de repente un inmenso brazo surgió de la nada y se enrolló alrededor de él; un segundo brazo se enredó en su cola; un tercero aprisionó su cabeza... El guardián de la laguna era un gigantesco pulpo que sujetaba fuertemente a Dakuwaca con sus tentáculos...
Al sentir que iba a morir asfixiado por los poderosos brazos del pulpo, Dakuwaca susurró entre dientes:
-¡Piedad! ¡Me rindo, déjame vivir!
-¡Prométeme que te someterás a mí, sin orgullo y sin desafía! -exigió el pulpo.
-¡Te lo prometo!
-¡Prométeme honrar a Tui Vesi, el espíritu de Kadavu! -exigió el pulpo.
-¡Te lo prometo!
-¡Prométeme proteger a todos los pescadores de Kadavu de los tiburones!
-¡Te lo prometo, te lo prometo! -repetía Dakuwaca.
-¡Eres libre! -dijo el pulpo soltando sus tentáculos.
Y el tiburón rey cayó sobre la arena del fondo de la laguna, tan débil como un pececillo. Había encontrado a su amo.
Más tarde, Dakuwaca recuperó las fuerzas y regresó al océano. Nadie supo lo que había ocurrido en la laguna... Pero desde ese día, los pescadores de Kadavu salen sin temor a alta mar: saben que Dakuwaca, el tiburón rey, los protege.
Comentarios
Publicar un comentario