DOÑA SOL Y DOÑA LUNA #leyendas #cuentospopulares #persia
Los protagonistas de esta historia son unos animalitos que vivían en armonía en una granja rodeada de una inmensa pradera cubierta de hierba fresca. La convivencia entre ellos era pacífica; cada uno cumplía con su trabajo y se respetaban entre sí.
En la cultura persa heredada de sus antepasados, el sol tiene un tratamiento femenino, igual que la luna, y es por lo que los animalitos, cuando se refieren al sol, hablan de doña Sol, y a la luna la llaman doña Luna.
Todos los días, doña Sol despertaba de un dulce sueño y, con cierta modorra, asomaba lentamente su rostro por detrás de las altas montañas que rodeaban el valle. El gallo, atento al primer atisbo de luz, emitía su sonoro y agudo quiquiriquí, que llegaba a la totalidad de los rincones del lugar; al instante, todos los animales iban despertando de su tranquilo sueño, excepto el perro guardián, que pasaba la noche vigilando que ningún peligro acechara a la granja.
Una mañana, el perro se dirigió al gallo en cuanto hubo terminado su canto, y le comentó:
-Qué linda noche nos ha ofrecido doña Luna, tan reluciente, inundando la pradera con su plateada luz. ¡Era tan romántico!
El gallo le respondió algo molesto:
-Yo prefiero recibir a doña Sol todas las mañanas y empezar a sentir su calor sobre mis plumas. El alba si es un verdadero espectáculo.
El perro guardián se sintió ofendido y, enfurecido, comenzó a insultar al gallo, quien respondió también con malos modos. Al oír los gritos que intercambiaban sus amigos, la oveja y el gato se acercaron y les preguntaron qué sucedía: la pelea parecía ser seria y no querían quedarse al margen. Al enterarse del motivo de la discusión ellos también tomaron partido por una de las luminarias.
La oveja dijo estar de parte de doña Sol porque gracias a ella los campos reverdecían y podía alimentarse con hierba fresca. El gato, moviendo la cabeza en señal de desacuerdo, inició un discurso en favor del romanticismo de la Luna y lo mucho que inspiraba a los poetas. Entonces habló la vaca con voz grave:
-En la tranquilidad de la noche, la Luna me ayuda a tener buenos pensamientos y dulces sueños.
-Tú eres una tonta romántica -gritó la cotorra desde la rama de un árbol. Y añadió: -Si no existiera doña Sol las plantas no sobrevivirían, las flores dejarían de adornan el campo con su variada gama de colores y toda la naturaleza adquiriría un tono gris triste.
El caballo se acercó galopando, y relinchó:
-No os dais cuenta de que debemos agradecer a doña Luna su presencia todas las noches; sin ella los viajeros no encontrarían su camino.
Los gritos apasionados de los animales formaron tal algarabía que llegó a oírse en el cielo. Doña Sol, alarmada por el cariz que tomaba la discusión, y enfurecida por la ignorancia de los animales al cuestionar la grandeza tanto de ella como de su compañera, decidió darles una lección. Para poder coordinar su plan con doña Luna, se acercó a ella y le dijo:
-Debes ayudarme para hacer comprender a los animales de la pradera que la discusión que mantienen no tiene sentido, y vuelvan a ser amigos como antes.
Al día siguiente, doña Sol brillaba en lo más alto, reluciendo majestuosa en un cielo limpio de nubes; los animales trabajaban en la granja cada uno en su labor, pero sin dirigirse la palabra. De repente, el rostro de doña Sol empezó a ocultarse lentamente por detrás de doña Luna y la oscuridad fue extendiendo su negro manto sobre la tierra. Se hizo de noche de pleno día; sólo unas pequeñas estrellas parpadeaban a lo lejos. Los animales que nunca habían visto un fenómeno semejante, se asustaron mucho y el pánico comenzó a dominarlos. Todos gritaban y se lamentaban por lo ocurrido.
El gallo les reprochó a todos el enfado de doña Sol; el perro se preguntaba si no podría dormir nunca más, pues su trabajo era vigilar la granja de noche; la oveja temía no poder comer más hierba fresca...
Todos preocupados y nerviosos esperaban que alguien intermediara en la discusión y pusiera fin a aquel mal sueño. Doña Sol asomó un poco el rostro para ver lo que sucedía en la granja, y una tenue luz apareció en la tierra. Locos de alegría, los animales empezaron a cantar:
-Doña Sol es bonita, es hermosa, es la mejor.
Bailaron durante todo el día en señal de agradecimiento por la decisión de doña Sol de no esconderse para siempre.
Aquella noche el perro guardián esperaba la salida de la Luna, pero ésta no apareció. Preocupado, despertó a sus compañeros y volvieron a entristecerse por el desplante de doña Luna. Quedaron paralizados, mirando hacia el cielo y sin saber cómo reaccionar para calmar el enojo de la Luna.
Cuando doña Luna se dio cuenta de que el cansancio de los animales y la falta de sueño no les permitiría trabajar al día siguiente, sintió lástima por ellos y mostró su lado izquierdo para que se tranquilizaran. La alegría volvió al lugar, y, excepto el perro guardián, los demás animales se fueron a dormir.
Por la mañana, tras el agudo canto del gallo, decidieron ir en busca de la paloma blanca, famosa por su sabiduría, para que les contara el significado de lo sucedido. Ella, dulcemente y en tono compasivo, les explicó:
-Vuestra estúpida discusión ha herido a vuestras amigas, y ellas para castigaros han decidido daros una lección. Sin embargo, aunque os haya parecido extraño, este fenómeno ocurre de tiempo en tiempo; os lo explicaré; cuando el sol se esconde detrás de la luna recibe el nombre de eclipse de sol, y cuando la luna se esconde detrás de la tierra, entonces se llama eclipse de luna. Para que ello no suceda muy a menudo, debéis apreciar la existencia de ambas y lo necesarias que son para el desarrollo de la vida en la tierra.
Los animales prometieron ser amigos para siempre y no herir nunca más los sentimientos de doña Luna y doña Sol.
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