ENTRE EL SOL Y EL MAR #leyendas #mexico #dia #noche
En un principio, sólo existía el mar. En sus profundidades vivían los dioses oceánicos y, a parte de ellos, no existía nadie más.
Como siempre estaban rodeados de oscuridad, un día decidieron crear la Luna. Pero su luz era demasiado tenue. Entonces pensaron en crear el Sol. Pero éste resultó mucho más grande y pesado de lo previsto y durante mucho tiempo permaneció sumergido bajo el agua. Los dioses del mar intentaron hacerlo emerger de todas las formas posibles. Construyeron andamios submarinos y potentes cabrestantes, pero todo fue inútil.
Por fortuna, un día el Sol se cansó de estar bajo el agua y se planteó cómo podría salir. Con su propio calor y con el agua del mar comenzó a crear la vida. Y la vida apareció en forma de salpicaduras que subieron hasta la superficie y formaron las olas, ya que hasta entonces el mar había estado inmóvil como una piedra. A continuación, de las salpicaduras surgió un minúsculo insecto que comenzó a volar sobre la masa líquida. Su misión era buscar un lugar para el Padre Sol en el mundo. Y voló y voló para luego regresar al océano y contarle al Sol cómo era el mundo.
-He volado durante días y días. Pero sólo he podido entrever los límites del mar. Es inmenso y habría que marcar sus confines para que no se extienda por todas partes -dijo el insecto.
Entonces el Padre Sol recogió un poco de arena del fondo del mar, colocó encima al insecto y lo transformó en un papagayo.
-Ve, elévate hasta la superficie del océano y lleva esta cruz de piedra hasta los confines del mar -dijo el Sol.
El papagayo obedeció y, desde ese día, el agua quedó separada de la tierra. Cuando volvió a las profundidades marinas, explicó al Padre Sol lo difícil que le había sido atravesar la densa masa de aguas oceánicas.
Después de oír sus palabras, el Padre Sol realizó otro milagro y convirtió al papagayo en una chinche. Y fue la chinche quien construyó una escalera larguísima para que el Sol pudiera salir a la superficie. Poco a poco, el Sol empezó a emerger. Mientras atravesaba las aguas marinas, con sus rayos creó el tucán, la rana, el águila, el halcón, la serpiente de cascabel, las focas, los elefantes marinos, el jaguar y el papagayo verde. Y todos fueron emergiendo con el Sol para protegerlo ya que aún era muy delicado.
Los papagayos fueron los que más le ayudaron. Cuando se dieron cuenta de que el Sol ya no podía más, se aferraron con el pico a sus rayos y tiraron de él hacia arriba, cada vez más arriba hasta que consiguieron atravesar las olas.
Los dioses del mar se regocijaron de verlo en el cielo, si bien su luz era aún demasiado tenue. Entonces pidieron ayuda a las aguas del mar que contestaron que el Sol necesitaba un nombre. Pero los dioses marinos no conocían el lenguaje sagrado de las olas las que se lo enseñaron en un murmullo. Entonces pudieron finalmente llamarle "Sol" y se produjo el milagro de la luz. El mar cambió de aspecto y su antiguo color plomizo se transformó en azul y verde. El Sol venció a las tinieblas y se elevó hasta el cielo. Luego, descendió de nuevo al mar a descansar.
Y así nacieron el día y la noche y empezó la vida en la Tierra.
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