Cuentos infantiles y juveniles "ENTRA Y LEEME"

Imagen de  Elf-Moondance  en  Pixabay     A la cos coronita de San Andrés. Una, dos y tres. Clavos, clavos.  Herraduras, herraduras. Cosquillas, cosquillitas. ¡Chocolate, chocolate, chocolate! Pan duro, pan blando, esto "pal" perro, y esto "pal" gato. Si te pica una pulguita ¡"arráscatela" "arráscatela"! Pon, pon, gallinita un huevo, pon, pon, que no caiga al suelo. Pon, pon, gallinita, pon, un huevecito en el cajón. Tita pon un coco.  ¿Para quién será? Será para... que se lo comerá. Imagen de  Günther Schneider  en  Pixabay AQUÍ NO SE COMPRA CARNE Aquí no se compra carne, ni aquí, ni aquí, ni aquí... Tan solamente aquí, ¡tiqui, tiqui, tiquitin! Imagen de  OpenClipart-Vectors  en  Pixabay EL CARNICERO El carnicero no cortó por aquí, ni por aquí, ni por aquí... ¡Cortó por aquí! Imagen de  Clker-Free-Vector-Images  en  Pixabay   JITOS, MITOS Jitos, mitos, escarabajitos, para ti, "pa`tus" hijitos, suben po...

  Imagen de  Clker-Free-Vector-Images  en  Pixabay + 6 AÑOS Se recortan unos cuantos rectángulos de cartulina de 10x5 centímetros.  Después se pega encima de cada uno una fotografía o, recorte de revista o dibujo, encima de cada uno  y se cortan por la mitad. Una vez hechas las piezas, se colocan boca abajo repartidas por la mesa donde se va a jugar y se establece un turno.  Cada jugador gira dos piezas y si las dos corresponden a las dos mitades de una imagen se las queda y vuelve a jugar. Todos los jugadores permanecen  atentos para ver que fotos van saliendo y relacionarlas con sus parejas. Se juega hasta que no quedan piezas que emparejar.

  Imagen de  giorgio giannone  en  Pixabay   + 9 AÑOS Por cada jugador se dibuja en el suelo una raya de unos cinco pasos de longitud y se hacen divisiones por los pasos; en cada una de ellas se marca un círculo del tamaño de las latas que se van a utilizar. Cada niño coloca su lata en el primer círculo de su raya y retrocede tres pasos.  Por turno, lanzan una pelota a su lata. Cuando un jugador toca su lata con la pelota, se interrumpen los lanzamientos para moverla sobre la raya hasta el siguiente círculo. A cada acierto, aumenta la distancia y la dificultad para tocar la lata.  Ganará el primero en llegar con su lata al final de una raya.

Imagen de  Hans Braxmeier  en  Pixabay  + 7 AÑOS Cada uno de los jugadores forma un equipo con cinco chapas y las rellena con plastilina para darles más peso.  La chapa que queda vacía se utiliza de pelota. Se dibuja un terreno de juego de un paso de ancho por dos de largo.  Las porterías deben tener un palmo de longitud.  Después se sortea quién empieza. Los jugadores intentarán mover la pelota por turno, empujándola con sus chapas.  Cuando se mueve la pelota se puede repetir una vez el tiro. Cualquier jugador puede situar el portero con la mano en la portería en vez de mover otra chapa.  Con un tiempo fijado, se comprobará quién marca más goles.

Imagen de  Jenny Porter  en  Pixabay   + 5 AÑOS Se eligen a suertes a dos jugadores para sostener las gomas.  El resto forma una fila que espera su turno para saltarlas. Quienes sostienen las gomas se las pasan por detrás de los tobillos.  El primer jugador pisa la primera goma con los dos talones, de espaldas a los que la sujetan. El jugador salta dando media vuelta en el aire e intenta caer pisando con los dos pies la otra parte de la goma.  Si falla, sustituye a uno de los que sujetan la goma. Conforme avanza la partida, los jugadores que hacen de soporte van separando más los pies para aumentar la dificultad del salto, cuando todos terminan cada vuelta. Imagen de  Hebi B.  en  Pixabay  

  Imagen de  OpenClipart-Vectors  en  Pixabay   + 4 AÑOS Se elige por sorteo a uno de los jugadores para conducir el juego (o a un adulto) y mover la "serpiente" ( una cuerda en el suelo que se va moviendo) Se colocan todos los participantes a un lado del terreno de juego excepto el conductor, que se sitúa agachado en el suelo agarrando la cuerda por un extremo. El conductor agitará la cuerda para que se mueva como una serpiente a ras de suelo.  Cuando diga:"¡Cambio de lado!", todos tendrán que saltar por encima. Los jugadores tocados por la cuerda por vez primera están "mordidos"; a la segunda "envenenados"; y a la tercera vez " "muertos"  Los jugadores "muertos" salen de la partida. Imagen de  Angel Paredes Aldrete  en  Pixabay  

Imagen de  Willgard Krause  en  Pixabay   Había una vez un rey que sentía una extraña aversión hacia las mujeres, por lo que se negaba a casarse, a pesar de reconocer la conveniencia de elegir una esposa para asegurarse un heredero. El monarca afirmaba que por desgracia, no existía una mujer lo suficientemente abnegada, inteligente y bella como él deseaba, y que no aceptaría a una joven a quien le faltaran éstas cualidades. Un día salió el rey de caza y tanto empeño puso en la persecución de un ciervo herido, que se desvió del camino y se alejó de sus acompañantes.  Apenas hubo avanzado unos pasos en el bosque, cuando vio sentada junto a un árbol a la más bella criatura que pudo imaginar.  Era ella una simple pastorcilla, pero sus suaves modales, la mirada tan dulce  hicieron al rey olvidar su antipatía por las mujeres y se enamoró locamente de ella.  Imagen de  Pete Linforth  en  Pixabay  En los días siguientes visitó a la pas...

Había una vez un príncipe llamado Iván, que tenía tres hermanas: las princesas María, Olga y Ana.  Los padres murieron, pero antes le recomendaron que consintiera que sus hermanas se casaran, que no las retuviera a su lado. Después de los funerales, el príncipe que estaba muy afectado, salió con sus hermanas a dar un paseo por el jardín.  De repente, apareció un nubarrón en el cielo, presagiando una terrible tormenta.  Volvieron a palacio y nada más entrar en él, retumbó un trueno, el techo se partió por la mitad y un noble halcón entró volando en la estancia.  El halcón pegó contra el suelo y se convirtió en un apuesto caballero. -Te saludo, príncipe Iván -dijo-.  Antes solía venir de visita; pero hoy vengo como pretendiente.  Quisiera pedirte la mano de tu hermana María. -Si eres de su agrado, yo no le pondré ninguna traba. La princesa aceptó, se casaron y el halcón se la llevó a su reino.  Pasó un año.  Un día salió el príncip...

  Imagen de  StephenWheeler  en  Pixabay Viendo una tortuga que hacía burla de sus pies una liebre, le dijo riendo: -¿Quieres que apostemos a quién corre más?  Tu te burlas de mis pies, pero si quieres, verás que soy más ligera que tú. -Bien sabes lo veloz que soy en correr -respondió la liebre- pero una vez que lo quieres, elijamos un juez que señale las condiciones de la apuesta. Eligieron a la raposa como la más astuta de todos los animales, y esta fijó el lugar y el término de la carrera. La tortuga, desechando la pereza, no descansó hasta llegar al final, pero la liebre, fiándose de sus pies, se puso a descansar un poco y se durmió.  Cuando despertó, corrió muy deprisa para llegar a la meta; pero fue en vano su diligencia, porque cuando llegó, vio a la tortuga que ya estaba descansando, y entonces  avergonzada confesó que había perdido la apuesta. Imagen de  OpenClipart-Vectors  en  Pixabay La mayor parte de las cosas se consiguen m...

  ARRORÓ Arroró mi niño chico, arroró que viene el coco, para llevarse a los niños que duermen, que duermen poco. Arroró, mi niño chico que tu padre no está aquí que fue a misa a San Antonio y ya pronto a de venir. EA LA NANA Imagen de  nugroho dwi hartawan  en  Pixabay   Pajarito que cantas en la laguna, no despiertes al niño que está en la cuna. Ea la nana, ea la nana, duérmete mi lucero de la mañana.

  Imagen de  Luc Mahler  en  Pixabay Un soldado que había sido licenciado, retornaba a su casa cantando una canción de cuartel, cuando se le presentó en el camino una feísima mujer, que le dijo: -¡Buenas tardes, soldado!  ¿Quieres ser rico?  Pues métete dentro de ese tronco hueco y cuando hayas bajado al fondo, verás las puertas de tres habitaciones.  En la primera hay un perro con ojos como platos. encima de un cofre lleno de monedas de cobre.  No te hará nada si le colocas encima mi delantal de cuadritos, y podrás coger cuanto desees.  En la segunda, verás un perro con ojos como ruedas de molino encima de un cofre lleno de monedas de plata.  Ponlo sobre mi delantal y coge lo que quieras; y por fin, llegarás a la tercera habitación, defendida por un perro con ojos como torres, al que podrás inutilizar igual que a los demás, y tomar todas las monedas de oro que gustes. -¿Y tú? -exclamó el soldado-, ¿no quieres dinero? -Me contento con un...