Un día una joven y pobre sirvienta atravesaba el bosque con sus señores cuando salieron de entre la espesura unos bandidos y mataron a todos, a excepción de la muchacha, que, muerta de miedo, había saltado del coche y se había escondido detrás de un árbol. Cuando los bandidos se fueron con su botín, ella salió y contempló aquella gran desgracia. Se puso entonces a llorar amargamente, y a lamentarse. -¿Qué va a ser de mi ahora? ¡Pobre de mí, no sabré salir del bosque, pues aquí no vive ni un alma! ¡Me moriré de hambre! Fue de un lado para otro buscando un camino, pero no encontró ninguno. Cuando se hizo de noche, se sentó debajo de un árbol, se encomendó a Dios y decidió no moverse de allí, pasase lo que pasase. Al cabo de un rato, llegó volando hacia ella una palomita blanca que llevaba una llavecita de oro en el pico. Puso la llavecita en su mano y le dijo: -¿Ves aquel árbol tan grande? Dentro hay un pequeño palacio, si lo abres con esta llavecita encontrarás comida suficient